Rememore para AS ese gol en la final de la Eurocopa que formará parte de la historia del fútbol sala. Rusia gana 1-0, quedan 34 segundos y...

Y me llega un balón en la frontal del área tocado por Kike, que está de portero jugador. Tengo hueco para pegarle y me decido. La verdad es que no le doy bien, uso el interior pero no va muy colocado. Eso sí, le doy con el alma. Rebota en un jugador ruso... ¡y se mete!
¿Qué se siente? ¿Alegría, emoción...?

Pues lo celebro, sobre todo, con rabia (en la foto de abajo). Llevábamos un rato atacando bien, pero el balón no se quería meter.
¿Veía la final perdida?

Perdida no. Nosotros teníamos esperanzas de empatar con el portero-jugador. Pero sí es verdad que ves cómo pasa el tiempo, que el gol no llega y entran dudas.
Y, para colmo, marca un gol idéntico en la prórroga que decide el título.

No es igual. El 2-1 en la prórroga llega tras una jugada de estrategia elaborada por todo el equipo. Sí que luego rebota en un jugador como el primero. Lo que siento es que esos goles no son míos, son de todo el equipo.
¿Había soñado debutar así con la Selección en una competición oficial?

Siempre se sueña hacer algo grande con la Selección, en conseguir un título tan importante como un Campeonato de Europa.
Es el máximo goleador de la Liga (22 goles en 18 partidos con el Barça) pero hasta la final de la Eurocopa no había mojado. ¿Estaba nervioso?

Yo trabajaba, como el resto del equipo, para que España fuera campeona y sólo importaba ese objetivo. Pero sí que pensaba que en la Liga estaba más acertado, que me está entrando todo y, en cambio, en Croacia se iba al palo, sacaba una mano increíble el portero... No había suerte. Pero mira, el gol llegó y nada menos que en la final.