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Heráclito
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Predeterminado Respuesta: Con dos goles de Falcao, Atlético de Madrid vence al Lazio (3-1)

El País hace eco de los demás medios y ensalza el juego estupendo del Atlético, encabezado por Adrián:

"Con Adrián, a cualquier parte

El delantero rompe a un Lazio sin imaginación e impulsa al conjunto rojiblanco a los octavos: 1-3


Jordi Quixano Roma 16 FEB 2012 - 21:07 CET

Pragmático y eficiente, este Atlético no discute el estilo sino los triunfos. Una teoría que le va a la medida porque no se entretiene en cavilaciones ni plasticidades, porque no desfallece y porque atiende al marco rival en contadas ocasiones para ponerle el lazo cuando conviene. Así se lo aclaró al Lazio, demasiado endeble en la zaga y poco ingenioso en el ataque, rival de plastilina. Terreno de barbecho para Adrián, que se puso las botas en el Olímpico –un gol y una asistencia- y catapultó al Atlético hacia los octavos de final de la Liga Europa, siempre y cuando no sufra un descalabro en el Calderón.

Recibido como uno de los suyos porque en el Lazio acentuó su carácter combativo y triunfal -logró el doblete en el 2000-, Simeone les hizo a los hinchas laziales una jugarreta de las gordas; les anuló y casi descabalgó de la competición. Precisamente porque ha contagiado al Atlético las mismas argucias que desplegaba sobre el césped. No hay nada más importante que coser la portería, por lo que exige una entrega sin igual en la transición defensiva. No atiende al carné de identidad, sino a la capacidad pulmonar. Y siempre reclama que su equipo juegue con las líneas juntas para resultar un equipo avaro en cuanto a las concesiones y huecos donde filtrar los pases interiores. Ha creado un muro difícil de traspasar, hasta el punto de que el equipo contaba seis encuentros imbatido. Algo, en cualquier caso, a lo que no le prestó atención el Lazio, de corte similar al rival, pero con una dinamita en la avanzadilla que resiste pocas comparaciones: Klose.

El ariete alemán juega con el contrario y parece por momentos desentenderse del duelo. No es así. Lo que hace es seleccionar cuándo correr, cuándo desfondarse, cuándo meter el crouché definitivo. Y lo hace a las mil maravillas, siempre puntual a su cita con el gol. Ya lo sabe Godín, en las musarañas tras el disparo de Candreva desde la frontal, y ya lo sabe Courtois, horrible en el despeje hasta el punto de que cuando se quiso corregir, Klose ya le había hecho el agujero. Era el primer disparo del Lazio, el primer gol. Panorama idílico para la tacañería. Pero Adrián desbroza lo que se le ponga delante, sobre todo cuando se mueve a sus anchas. Lo festejó el Atlético.

Asentado ya el once de Simeone, más que nada para encontrar rápido los automatismos, el equipo no parece notar de momento desgaste alguno, por más que lo jueguen todo a un ritmo diablesco, siempre al límite. En el Olímpico solo se cayó de la alineación Turan, en perenne sospecha porque se le atribuye más calidad que trabajo. Le reemplazó Koke, anónimo en el duelo, más allá de un pase extraordinario al levantar la persiana al partido, mal rematado por Falcao. Pero es que pillarle al contragolpe al Lazio es tarea difícil porque la zaga le da sombra al portero y porque es el recurso habitual del calcio, por más que algún equipo trate de mimar el balón, de atacar con la posesión. No contaba el equipo italiano, sin embargo, con el 7.


Con Adrián, a cualquier parte. Eso debe pensar el técnico y el resto del equipo de un jugador que es un tesoro. Su ejercicio ante el Lazio fue impecable, generoso en el esfuerzo, sensacional en los desmarques –bien de apoyo; bien al hueco- y definitivo en el área. Tanto le da que su equipo juegue al contragolpe o que ataque a bocados, comiéndose el césped como jugadores de rugby. Su capacidad para ganarse la parcela, para anestesiar al contrario y generarse oportunidades resultó capital, hasta el punto de que dejó boquiabierta a la zaga del Lazio, más acostumbrada a la batalla con el cuerpo que con la cadera. Así, tras un centro de Juanfran, Falcao puso la cabeza y asistió a Adrián, que se cobró el espacio y remató a gol de primeras. Una anguila. En el segundo, se movió, arrastró y generó el hueco a Falcao, que atendió al pase de Diego y le bastó con empujarla. Un vidente. Y en el tercero, después de tirar el desmarque y recibir en la línea de fondo, le cedió el cuero a Falcao, que suma sin detención los goles -17 el año anterior (récord histórico) y cinco en esta- en Europa. Dos estiletes.

Poco se supo de Hernanes, el trampolín del Lazio, asfixiado y con el aliento del rival en el cogote, sin tiempo para la imaginación. No era su noche ni la del equipo italiano. Era la de Adrián, que dejó claro que no hay rival grande ni competición pequeña para su esfuerzo, desmarque y puntería."


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