"James Rodríguez: un as de José Pékerman

Por: Juan Diego Ramírez Carvajal

El jugador del Porto de Portugal sería convocado para el amistoso del 29 de este mes contra México, en Miami.

James disputó mundiales Sub-17, en 2009, y Sub-20, en 2011. El año pasado también debutó con la de mayores, en el juego de eliminatorias contra Bolivia. / EFE


Su mamá, hermana y primos coinciden en que es un anciano en un cuerpo de adolescente. Perfil.

Su madre se vio obligada a comprarle unas botas Venus, de esas de los soldados, y pantalones de $10.000 para que asistiera al colegio El Tolimense, en Ibagué. Cada semana regresaba con sus atavíos rotos y sucios por revolcarse en la cancha de micro con sus compañeros de primaria. Trataba de emular los brincos kilométricos de su ídolo: Oliver Atom, el capitán del Niupi en la serie animada Supercampeones, que veía mientras embolaba sus guayos y planchaba sus uniformes para ir a entrenar en las tardes a la Academia Tolimense. James David Rodríguez Rubio nació para jugar fútbol.

Dos meses después de haber nacido en Cúcuta (12 de julio de 1991), asistió por primera vez a un estadio. Al General Santander de esa ciudad, en el que jugaba por esas épocas su padre Wilson James. Años más tarde, en Ibagué, corría de la mano de Carlos Castro, Freddy Muelas León y el paraguayo Julio Javier Doldán, en las salidas del equipo profesional del Tolima en el Manuel Murillo Toro. De tanto en tanto escuchaba las noticias de su tío Arley Antonio Rodríguez, quien jugaba en el Medellín (luego fue asesinado).

Ya han pasado más de 17 años desde que su padrastro Juan Carlos le regaló los primeros guayos, unos Adidas de color negro. Curiosamente esa misma marca lo presentó el viernes como la imagen de los guayos F-50, junto a Lionel Messi y Dani Alves. El volante de 20 años pasa por el mejor momento en el Porto y, según conoció este diario hace unas semanas, será uno de los jugadores claves en las eliminatorias para el seleccionador de Colombia José Pékerman. Dentro de poco el argentino dará la lista de convocados para el juego amistoso contra México, el 29 de este mes, en Miami.

Labró su camino

El dirigente Gustavo Upegui lo llevó a las divisiones menores de Envigado, tiempo después de que fuera campeón de la Ponyfútbol en Academia Tolimense, torneo en el que fue figura (hizo nueve goles, dos olímpicos). “Él se propuso ser el mejor. En Envigado le pagábamos a un profe para que, después de los entrenamientos corrientes, se quedara junto a él pateando tiros libres, quería mejorar porque era el más chiquito de su camada. Luego se iba para el gimnasio. Es muy perfeccionista y no le gusta perder”, dice su madre Pilar Rubio, orgullosa de la madurez de su hijo mayor.

“Una vez —dice su hermana Juana Valentina— entró mal en una final de divisiones menores con Envigado. El árbitro le sacó la roja, se vino enfurecido hacia el camerino donde estábamos con mi mamá. Yo tenía cinco años, lucía dos trencitas y un overol. Tenía tanta rabia que, sin explicación, se desahogó conmigo: me empujó y me caí a un charco”.

No le gusta perder. “A veces toca dejarlo ganar en Play Station porque o si no se pone muy bravo. Así ha sido desde que viví con él, cuando regresó con su mamá de Cúcuta y se establecieron aquí”, dice su tío Jorge Mario, quien recuerda cuando jugaba con el pequeño James en el parque del barrio Arca Paraíso de Ibagué.

Nunca tuvo juguetes, sólo balones de todos los tamaños y colores. Su mundo se trataba de ganarles a todos en fútbol. “Nunca se disfrazó, tuvo pocas novias, pues era tímido. Me hacía comprarle los trajes para los bailes del colegio y el día de la presentación se escapaba a jugar fútbol. De hecho, no rumbea, no toma, baila poco”, confiesa su madre Pilar.

Llegó a Banfield de Argentina (2008 ) porque un empresario (Silvio Sandri) mostró videos suyos con el Envigado en la segunda división, en la que debutó a los 14 años con Hugo Castaño. Luego de validar sus estudios con esfuerzo —le costaban mucho las matemáticas—, se estableció en el barrio Palermo, de Buenos Aires, en un departamento grande. “Por poco tiro la toalla”, dijo en ese entonces, cuando un preparador físico le exigía aumentar la masa muscular. Perseveró.

En febrero de 2009 se convirtió en el extranjero más joven en debutar en el fútbol argentino, con 17 años. El técnico era Jorge Burruchaga y Banfield enfrentaba a Godoy. En un tramo de la siguiente temporada (con Julio Falcioni como DT) James se lesionó enfrentando a Gimnasia. Esguince de tobillo, le diagnosticaron. Infiltrarse, le recomendaron. Le preocupaba la bola que tenía como tobillo tras jugar los partidos. “Fuimos entonces a que le hicieran una resonancia. Y pasó que nunca tuvo esguince, sino rotura de ligamentos, pero se habían reparado. ¡Se curó jugando! Y desde entonces se ganó el corazón y respeto de Falcioni”, recuerda Pilar. Se consagraría campeón del Apertura 2009, en el que fue figura.

Luego llegaría la propuesta de Porto, el mejor oferente por encima del Benfica y el Espanyol. El mismo presidente de la institución dio la orden de que parara el microbús que lo llevaba junto al plantel a un entrenamiento de verano. Le avisó que se bajara, que debía empacar maletas lo antes posible. Sus compañeros se pusieron de pie y lo aplaudieron. Walter Erviti, su faro y cómplice en Banfield, lo abrazó. “Te lo merecés”, le dijo el hoy delantero de Boca Juniors.

Después el entonces club dirigido por André Villas Boas lo protegió con una cláusula de recesión de US$60 millones. En 2011 consiguió los títulos de la Europa League, así como los de la Liga, Copa y Supercopa de Portugal y fue elegido como el jugador relevación del fútbol luso. Ya suma 15 tantos con su club.

En Portugal vive con su esposa Daniela Ospina, la hermana de David, el arquero de la selección nacional. En su departamento juega Play o con su perro. Va a los entrenamientos en su BMW y regresa a estudiar, pues cursa ingeniería de sistemas en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia. Eso estudió su padrastro, que ha estado junto a él desde los tres años. Los fines de semana asisten a una iglesia cristiana junto a su esposa, integrante de la selección colombiana de voleibol. El pasado 24 de diciembre cumplieron un año de casados por lo civil.

Cada vez que viene al país se interna en el chalet que construyó para sus abuelos en Ibagué, atiende compromisos comerciales con sus patrocinadores y trabaja con su fundación Colombia Somos Todos. De regreso, empaca tres potes de gel, salchichas y arepas que hace su abuela para tener en Porto.

Se llena de melancolía cada vez que se va. Siente amor exacerbado por Colombia y la selección. Desde que estaba en Banfield les decía a sus amigos que soñaba y se sentía capaz de integrarla. De hecho, fue titular en los tres juegos de eliminatorias contra Bolivia, Venezuela y Argentina, cuando meses antes había disputado el Mundial Sub-20.

José Néstor Pékerman conoce de sus capacidades y del binomio en potencia que puede conformar con Giovanni Moreno. En 2007 ya jugaron juntos en Envigado y fueron campeones de la B, junto con Dorlan Pabón. Esa pequeña gran sociedad podría sacar del ostracismo mundialista al país y el próximo 29 de febrero se podría demostrar.

Fuente: El Tiempo