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Antiguo 21-01-2012 , 16:10:30   #4
malito79
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Predeterminado Respuesta: Mi marido y mi madre.

IV
Cornuda y consentida, pero feliz
La situación continúo así un tiempo. Los dos amantes, ajenos totalmente a que Laura lo sabía. Y Laura, haciendo de tripas corazón, pero en el fondo, había en ella algo de morbo en aquella situación. Aquella escena, tan fuerte, sin quererlo había despertado en ella algo, que no sabía bien explicar, pero cuando la recordaba, curiosamente, no surgía en ella el odio, sino una cierta complacencia.
Por eso, se decidió una mañana a dejar de hacerse la tonta.
Estaban desayunando las dos solas, madre e hija, en la cocina.
- Mamá, tengo que decirte algo importante..
- Tú dirás, hija.
- Sé que te estás follando a mi marido…
Así de claro, de fuerte. La madre palideció. Imposible decir nada.
- Hace tiempo que lo sé, mamá, tranquila, no es algo nuevo.
- Y que piensas hacer, hija?
- Pues bueno, me he acostumbrado ya a ser cornuda, que quieres que te diga. Lo he asimilado, cosa que nunca hubiera imaginado.
- Qué piensas de mi hija?.. Dirás que soy la mayor puta, verdad.
- Pues no, mamá… Ya sabes que la sexualidad para mí es algo secundario. Por eso he procurado entender las razones por las cuales tú y Daniel habéis llegado a esto. Sé también el problema que tienes con papá. Sé que eres mujer muy ardiente y Daniel es también un salido.
- Gracias, hija. Si quieres no volveré a quedarme a solas con Daniel.
- No. Quiero que sigamos haciendo la vida normal. Podéis incluso amaros si yo estoy en casa, no me importa. Quién sabe, incluso a lo mejor despierto al sexo con esta situación.
Las circunstancias cambiaron desde aquel día. Suegra y yerno se fueron acostumbrando a follar estando incluso Laura en la vivienda. Si la madre pasaba la noche en casa, dormían incluso juntos. Desde el dormitorio cercano, Laura oía los gemidos de su madre y en lugar de enfurecerse, una sonrisa iluminaba su rostro. Se sentía bien, oyendo como disfrutaban. Que suerte tienen, acababa diciendo.
Esa confianza, terminó en una escena de mutua complacencia, con los dos amantes follando y Laura como voyeur durante unos minutos.
Era otra de aquellas tardes en las que el bebé dormía. Laura había quedado también con Lucía para salir un rato, con su amiga desconectada bien de los problemas de trabajo o familiares. En el dormitorio principal, suegra y yerno estaban echando un polvazo, la madre gemía más de la natural.
Laura al pasar por la puerta del dormitorio, golpeó en la puerta.
- Mamáaaaa… que te van a oír los vecinos, por favor…¡¡
Al poco rato, el silencio. Ya se han corrido, se dijo Laura. Ahora se dormirán un buen rato.
Ella siguió arreglando un poco la casa, duchándose y cambiándose para salir. Había transcurrido un buen tiempo y se acordó de que los zapatos estaban el dormitorio que ocupaba la pareja libidinosa.
- ¿Mamá, puedo pasar a coger los zapatos?
Laura suponía que estaban medio dormidos, arropados y que nos les importaría.
- Pasa, hija…
Laura no se lo podía imaginar, que los amantes hubiesen llegado a ese descaro. Estaban otra vez fornicando. La madre de rodillas, con el culo levantado, en la postura del perrito. La cabeza bajada y apoyada en la almohada, cómoda. El yerno de rodillas, la agarraba por las caderas, y la poseía, metiéndole desde detrás la enorme tranca. Ambos la miraron con toda naturalidad cuando entró y siguieron a lo suyo.
- Por favor, mamá… Otra vez?, no te cansas?.
- Es tu marido, hija. No deja de provocarme.
- Ya, ya… lo que tu digas, mamá…. Como si no te conociera.
Laura se sentó en un silloncito al lado de la cama para colocarse las medias y los zapatos. Siguió mirando también con naturalidad a la pareja. Se dio cuenta de lo impresionante y sensual de la escena. La madre, mujer grande, madura, allí desnuda, el trasero levantado, toda piel, los pechos enormes colgando. Su yerno, totalmente erecto, se la metía y se la sacaba despacio, agarrándola unas veces de las caderas, después le estrujaba los senos. La mujer suspiraba en un quejido ronco, sumamente erótico. Ambos parecían estar a gusto de que Laura los contemplara. Incluso le pusieron más ardor a la escena…
- Manuela.. te gusta así…? Uffff, me vuelves loco….contrae el coño como tú haces… eso, esoooooooo, joder, me voy a correr…
- Espera, cariño, un poco más, estoy muy a gusto, agárrame de nuevo las tetas…
Laura se divertía.
- Que pinta de puta tienes, mamá….jaajajaa.
Increíble, pensaba Laura. Vaya dos salidos. Pero ella acabó de ponerse zapatos y medias y seguía clavada en el sillón, incapaz de levantarse. Se deleitaba con la escena. Incluso se atrevió a pedirles algo:
- Por favor, terminad pronto, que me tengo que ir, me espera Lucía…. No me quiero perder el final.
- Jajajaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa……..los dos amantes rieron…. Así me gusta Laura, que vayas viendo el sexo con naturalidad, dijo su madre.
Suegra y yerno aumentaron ahora el ritmo. El sacó un momento el tremendo nabo de entre las nalgas de ella y le acaricio con los dedos un poco el sexo. Luego la abrió todo lo que pudo y volvió a clavársela. La agarró por los hombros para sujetarla bien. Apretó. Empujó. La cabeza de ella golpeaba incluso contra el cabecero, pero no se quejaba. Laura observó las manos de su madre, crispadas sobre la almohada. La cara de su marido, tensa, mirando al techo, extasiado. Se van correr como dos burros salvajes, pensó Laura.
Y así fue… De forma espectacular ambos orgasmaron de forma intensa. El culo de la madre se movió con varias convulsiones que parecía que no terminaban, mientras el yerno la sujetaba fuerte para evitar que se le saliera el pollón. Luego se relajaron, dejándose caer sobre la cama, ignorando totalmente a Laura.
Ella ya salió para terminar de arreglarse. Mientras se miraba en el espejo, sintió que algo ocurría. Se sintió distinta, una rara sensación la recorría. Había disfrutado, sin duda. Aquella escena, con ella mirando, con sus seres más queridos disfrutando a pleno de su sexualidad, había sido excepcional.
Sentía que algo pasaba entre sus piernas. Metió los dedos bajo la braguita.
- Están mojadas -se dijo con satisfacción-.
No recordaba que eso hubiese sucedido antes. Esa sequedad vaginal, crónica, que arrastraba a pesar de su juventud, había sido su única compañera.
Fue al dormitorio contiguo. Se echó sobre la cama y se despojó de las braguitas. Los muslos abiertos…
- Así se pone mamá… Por qué yo no voy a poder hacer lo mismo con gusto?
Ella también podía. También se sentía mujer ahora. Se recostó en la almohada, mirando hacia su propio cuerpo. No recordaba haberse masturbado, ni siquiera de niña. Ahora se veía hermosa. Desabrochó la blusa. Sus pechos eran menudos, pero con pezones muy grandes y sobresalientes, que ahora estaban muy duros.
Le encantó ver su vientre, que oscilaba con su respiración agitada. Su sexo tenía un vello suave, muy negro y rizado. Al contrario de la madre, ella no se depilaba. Se miraba los muslos:
- Que bonitos son, así abiertos….
Las manos en su hendidura, palpando, descubriendo su sexualidad. Sorprendida de que se habían hinchado los labios íntimos. Se movió un poco para mirar debajo de ella.
- He manchado la sábana..
Ella, la frígida, la mujer seca. Que gloria. Sus traumas habían desaparecido. Ver hacer el amor a su madre y marido había sido el choque psicológico que había roto con sus miedos. Soy mujer, soy mujer, me gusta, me excito, gracias, graciasssssss…
No sabía bien a quien daba las gracias, pero lo hacía. Una felicidad nunca sentida la invadía. Siguió manoseando sus labios ahora tan carnosos. El vello humedecido brillaba precioso. Seguía manando el flujo, empapando sus manos. Se las llevo a la nariz y a la boca, olió su perfume íntimo…
- Ay, ay, ay……….
Sí, ella también podía sentirlo, ahora estaba segurísimo de su potencial.
- Ah, ah, ah…..
No le importaba tampoco que su marido y su madre pudieran oírla, como tampoco les importaba a ellos.
- Oh, oh, oh, ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
Su mano se crispó ahora sobre su sexo. Apretando fuerte sobre el clítoris. Levantó las caderas varias veces de forma incontrolada. Cerró y abrió las piernas, apretándose con ellas las manos y el coño. Algo le venía de muy hondo. Arqueó la cintura. Abrió la boca para coger aire.
- Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…….¡
Tremendo, exquisito. Su primer orgasmo. Nunca pensó que lo conseguiría.
Sintió como si se hubiese desmayado. Le faltó el conocimiento durante unos segundos. Cuando volvió en sí solo acertó a coger el teléfono móvil, para llamar a Lucía:
- No me esperes hoy, Lucía… Ha pasado algo…
- ¿Es algo importante, Laura, es algo malo?
- Buenísimoooooooo……….ya te contaré…
Laura se despidió de su amiga.
Le entró una dulce somnolencia:
- Esta noche le diré a Daniel que le toca dormir conmigo… Que descanse mi madre por esta noche. Espero que Dani pueda a partir de ahora con las dos… Tendré que darle algunas vitaminas…jajajaa.
Mientras reía para ella misma, entró en un sueño profundo.
Un poco más tarde, su marido y su madre la descubrieron así, profundamente dormida, las piernas abiertas y el coño aún relajado y húmedo.
Sin decir nada para no despertarla, con una mirada de complacencia, la arroparon con la sábana para dejarla descansar.
- Creo Daniel -dijo su suegra, con la cura iluminada por al sonrisa-, que a partir de hoy tendrás que atender a otra mujer más. ¿Podrás con las dos?.
- Estoy seguro de ello, Manuela…

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