I
La familia
Laura tiene 29 años, casa con Daniel que tiene 32, desde hace cuatro años. Tienen un bebé de ahora un año. Laura es enfermera, con el trabajo típico de los tres turnos de mañana, tarde y noche, que va alternando.
Daniel trabaja en una oficina del Estado, en horario de mañana.
Viven en una ciudad mediana, en la que también residen los padres de ella.
Manuela es la madre de Laura, tiene 54 años. Es mujer bien parecida, y con algunos kilos de más como suele ser habitual a esa edad; como además es algo alta, es una mujer de mucha envergadura, con mucho cuerpo.
Desde el nacimiento del bebé, Manuela pasa mucho tiempo en casa de su hija, algo típico de las abuelas. Además, el abuelo trabaja fuera casi todos los días salvo los fines de semana, que regresa. Ello le permite incluso quedarse algunas noches, si su hija tiene el turno nocturno.
Laura y Daniel se llevan bien y se quieren sinceramente. No obstante hay un claro distanciamiento en cuanto al sexo. Laura ha sido siempre apática y bastante fría a pesar de su edad. Le pasaba ya con un novio anterior que tuvo; por las circunstancias que sean, nunca ha sentido mucho atractivo en la sexualidad. Le cuesta aceptar las proposiciones de Daniel, lo hace por complacerle, pero se excita poco y no alcanza el orgasmo, a veces la penetración es dolorosa. Todo eso le hace rehuir el contacto.
Sin embargo Daniel es más fogoso, tiene el furor propio del macho joven. Lleva con paciencia el problema con su mujer, pero a veces se siente frustrado, no satisfecho por ese problema.
Manuela es mujer extrovertida, alegre. Ríe con frecuencia por cualquier cosa, le gusta coquetear un poco, contar chistes algo subidos de tono. A Daniel le encanta esta faceta de su suegra y la aprecia de corazón, le gusta que esté casa por esa grata compañía y también por la excelente ayuda en las cosas de casa. La confianza a veces hace que se le escape un cachete en el trasero de su suegra, cuando anda por la cocina o se la encuentra por el pasillo.
- ¿Sabes, suegra?.. Estás realmente maciza, estupenda.
- Sí, sí… - ríe ella- Demasiado maciza, demasiado gorda…¡
Algunas veces Laur le recrimina a su marido esas confianzas. Creo que te pasas con mi madre, le dice. Él le quita importancia, son bromas, mujer, tu madre es simpática y no le importa, etc. Pero cierto es que a Daniel, a quien le gustan todas en general, y que siente cierta atracción por las mujeres maduras y algo gorditas, se le pone dura más de una vez cuando a su suegra se le insinúa el escote o sale del baño tras al ducha envuelta en una toalla.