Era una vez, una pricesita sin sueños
Porque el se los habia llevado
Y aunque habia jurado traerlos de regreso nunca pudo devolverlos
Porque se los había dado en un hermoso cofre de oro y esmeraldas
A su nueva princesa
Mas poderosa, de mejor lenguaje, menos obstinada, menos liberada.
Y la princesita lloraba en su torre
Mirando que lo mucho que tenia;
En realidad era muy poco
Y que lo que creía perfecto
No era sino la acumulación de lo superficial, de lo material,
Simplemente de lo que no daba felicidad.
Se sentía prisionera en su propio castillo
Se sentía encerrada en su inmenso jardín
Se sentía sola en medio de la multitud de súbditos y doncellas
Se sentía pobre en medio de tanta riqueza, de tanto oro, de tantas joyas.
Paseaba por todos los rincones del castillo
Sentandose a veces para llorar
Y caminando otra veces para gritar.
Se sentaba en su salon de bailes, y recordaba cada tonada
iba a la cocina, y recordaba cada manajar que a su amado le gustaba
Y no paraba de llorar y de gemir.
Ya no era la dulce princesita,
Ya no alegraba los pasillos del castillo con sus risas y sus juegos
Ya no cantaba junto a los pajaritos en las mañanas soleadas,
Ya no soñaba con hermosas flores ni mucho menos con deliciosos dulces.
Era sólo la sombra de los radiante que habia sido
La sombra de lo hermosa que siempre fué
La sombra de lo feliz que nunca volverá a ser.
Dicen que murió de tristeza, sola en un rincon del jardín
Sin que nadie le ayudara a sonreir aunque fuera por ultima vez
Sin que las flores le hicieran culto a su belleza
Sin que los pajaritos cantaran para animarla
Y sin que su amado le devolviera sus sueños,
Que era lo unico que podía hacerla vivir de nuevo