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Denunciante Épico
 |  Jugando con la ‘joya de la corona’
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 | Jugando con la ‘joya de la corona’ 07/12/2011 Editorial
"Fusionaremos las tres grandes empresas: acueducto, telecomunicaciones y energía." Con estas declaraciones, otorgadas en una entrevista publicada en la pasada edición dominical de este diario, el alcalde electo de Bogotá, Gustavo Petro, desató una ola de incertidumbre sobre el futuro de las compañías de servicios públicos. Incertidumbre que se vio reflejada el lunes pasado en el precio de las acciones de las empresas capitalinas de Energía (EEB) y de Telecomunicaciones (ETB). Mientras la primera sufrió un desplome del 7,54 por ciento, la segunda cayó 5,53 por ciento. Ayer, en la jornada en la Bolsa de Valores local, también hubo caídas de ambas. Lo que las pérdidas de valor están reflejando es la falta de claridad que los inversionistas perciben sobre el manejo que el Distrito les dará a sus compañías. De la opacidad a la desconfianza no hay más que un paso y esa es la dirección que está tomando el nuevo burgomaestre. Si bien Petro está en libertad de hacer los anuncios que quiera en el período de empalme, esto no lo exime de actuar con responsabilidad y de entender a cabalidad las consecuencias de sus palabras como alcalde. Se calcula en 1,8 billones de pesos la pérdida del valor de la Empresa de Energía tras las declaraciones de la eventual fusión.
A lo anterior se añade que la serie de anuncios hostiles del futuro presidente de la junta directiva de la EEB tendrá efectos en las calificaciones de riesgos de los bonos y elevará seguramente el costo del endeudamiento. Además, desconoce los conductos regulares y los espacios de gobierno corporativo donde se tramitan tales decisiones. A los recientes accionistas de la empresa las palabras del alcalde electo les estarían costando un 17 por ciento de su inversión. Entre ellos hay empleados actuales y fondos de pensiones que manejan aportes de millones de colombianos. Es evidente que Petro desprecia el exitoso modelo público-privado del que la Empresa de Energía es ejemplo. Las inversiones de la EEB en Perú y Guatemala son muestra de un portafolio diversificado y de su capacidad de sacarles el jugo a mercados altamente regulados, como el gas y la energía. Para el próximo alcalde de Bogotá, lamentablemente, estos proyectos son alas que hay que cortar para que la firma se limite a las fronteras de la capital.
Son buenas noticias para los inversionistas, incluyendo a los pequeños, y para el Distrito, que se lleva unos 350.000 millones de pesos en dividendos al año, que la EEB tenga superávit. Para el burgomaestre electo, su competente manejo gerencial debe financiar las ineficiencias estructurales del Acueducto y el rezago tecnológico que azota a la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá. Nadie se opone a que la nueva administración capitalina quiera mejorar la gestión en el Acueducto e impulsar la ETB sin socio estratégico. Pero, ¿por qué a costa de sacrificar la 'joya de la corona'? Su afán por la fusión de las tres compañías de servicios públicos parece obedecer más a un capricho ideológico que al resultado de un análisis empresarial concienzudo. Que los privados puedan prestar servicios públicos es tan hijo de la Constitución de 1991 como el nuevo alcalde. Y la energía eléctrica en la capital es uno de los ejemplos para mostrar. ¿O los bogotanos querrán regresar a los tiempos en que los monopolios estatales, burocratizados e indolentes, dominaban desde la basura hasta los teléfonos y la calidad dejaba mucho que desear? El alcalde Petro está en mora de enviar un mensaje de tranquilidad y garantizar que la Empresa de Energía seguirá con la solidez administrativa y la continuidad gerencial necesarias para cumplir con su plan corporativo.
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