La Bessaton
Si Benetton puede poner a Obama y a Chávez a darse un besito cachichurris para apoyar la causa del no-odio global, al Papa Benedicto con el líder de la mezquita Al-Azhar, ¿por qué no podemos poner a reconciliarse a nuestros personajes criollos con un beso de amor puro? La Butaca propone reconciliaciones necesarias en nuestro país, para entrar en la onda de no-odio de la marca italiana.

Pastrana y Salazar:

Ya que faltan pocas semanas para la Asamblea en la que se elegirá al presidente del Partido Conservador, es hora de que Andrés Pastrana y José Darío Salazar se reconcilien, no necesariamente enroscados en las sábanas de algún motel, ni en algún potrero del Caguán bajo la lluvia, pero podrían hacerlo en una panadería del barrio la Soledad, en aras de la unidad de un partido venido a menos.

Santos y Uribe:

Después de tres meses de no hablar, Uribe debería contestarle el teléfono a Santos y dejar que lo felicite por los recientes logros del Gobierno que no hubiesen sido posibles sin él, como la aprobación del TLC y la dada de baja del líder de las FARC, Alfonso Cano. Es hora de que se den un gran beso de pasión fraternal, y se comprometan, como Santos tanto quiere, a actuar responsablemente, ponerse de acuerdo en muchas cosas, y aprender a respetarse las diferencias.


Timochenko y Pinzón:

Aunque es una de las reconciliaciones más complicadas de este panel, creemos que Timochenko debería reconciliarse con Pinzón, invitarlo a tomar un café a Juan Valdez, charlar sobre Lenin, gallinas y la última película de Woody Allen, entrar a chismosear al concesionario de Maserati para que ambos se antojen, y terminar la velada bailando Thriller en el Wii de la casa del ministro para que Timochenko se actualice en tecnología. Como si vivieran en el siglo XXI, donde las peleas se definen en campos de golf, en salas de juntas o en juegos virtuales. Pero eso sí, que Timochenko pague, porque el erario no aguanta más cargos al rubro "guerra".


Pacho Santos y los estudiantes:

Son tiempos para quererse, como lo indica la campaña ganadora del alcalde electo Gustavo Petro con su Política del Amor. Si la izquierda es capaz de promulgar el discurso del amor, Pachito: ¿por qué no le ofreces a los estudiantes un beso de reconciliación, o cuando menos un abrazo? Eso de querer a punta de corrientazos solo le sale bien a Lucerito.