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Denunciante Épico
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Editorial
El Tiempo, Bogotá, noviembre 22 de 2011 En un pánel del Congreso de la Infraestructura, celebrado en Cartagena la semana pasada, el alcalde electo de Bogotá, Gustavo Petro, delineó los primeros esbozos de su política de movilidad. De hecho, el burgomaestre entrante ha venido haciendo anuncios sobre ese y otros asuntos urgentes de la capital desde su triunfo en las urnas el pasado 30 de octubre. En entrevistas y mensajes en redes como Twitter, Petro ha animado a la militancia de su partido, Progresistas; entrado en discusiones sobre el metro con periodistas, y marcado distancia con la administración de Clara López en temas como el Plan de Ordenamiento Territorial y la licitación de las basuras.
En las tres semanas transcurridas desde su victoria electoral, incluso se generó una polémica por la inclusión entre los más de 130 miembros de su equipo de empalme de un subcontratista involucrado en el pasado reciente con los protagonistas del llamado cartel de la contratación. Aunque ese yerro ya fue corregido, la defensa inicial de la decisión despertó preocupaciones. Preocupaciones que se han mantenido después de las intervenciones del nuevo mandatario capitalino sobre uno de los puntos más críticos para Bogotá: la movilidad.
Si bien los empalmes son los momentos propicios para anclar en la realidad las promesas de la campaña -incluidos reversazos como el arriba mencionado-, el próximo alcalde ha optado por descalificar políticas del gobierno actual sin ofrecer con claridad una alternativa técnica y financieramente superior. En la reunión del gremio de la infraestructura, por ejemplo, rechazó el proyecto de construcción de autopistas urbanas que el Distrito y la Corporación Andina de Fomento (CAF) acordaron. "No me interesan las autopistas. No van con el cambio climático ni sirven para descongestionar… Tienen que ver con intereses inmobiliarios", aseguró Petro. Sin embargo, tales afirmaciones no fueron acompañadas de una propuesta propia que responda a las necesidades que dichas obras resuelven.
Una sensación similar han dejado las declaraciones sobre la eliminación gradual del pico y placa y el trazado de la primera línea del metro. Es evidente que al nuevo alcalde no le gustan las intervenciones que hereda, pero tampoco existe claridad sobre las medidas alternativas que las sustituirían. Ya que hizo pública su intención de elevar los impuestos a los dueños de los carros particulares para subsidiar los pasajes del transporte público, sería interesante conocer la estructura fiscal de esa carga tributaria que plantea. Una urbe en condiciones normales podría darle a la administración en ciernes un largo compás de espera para pulir sus programas, sincronizar sus expectativas y hacer sus cuentas fiscales. No obstante, la movilidad capitalina, entre otros problemas, está en cuidados intensivos.
Según un informe de la Veeduría Distrital, en los últimos 6 años, mientras el volumen de vehículos aumentó 92 por ciento, la malla vial solo creció 2,7 por ciento. Como resultado, la velocidad promedio en Bogotá cayó de 33 kilómetros por hora a 24 en el último año. Las autopistas urbanas, entre otras iniciativas, como las restricciones diarias, surgen para atacar esta alarmante situación.
Si el alcalde Petro está anunciando un 'revolcón' en este asunto que simultáneamente descongestione, minimice el impacto del cambio climático, desactive los "intereses inmobiliarios" y mejore los tiempos de desplazamiento de millones de bogotanos, es momento de escuchar los detalles. La campaña terminó y arrancó el tiempo de pensar en gobierno.
Última edición por RICARDO69; 22-11-2011 a las 18:31:56 |
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