8. Visitor Q (2001). Primera aparición en la lista del maestro actual de la provocación made in Japón: Takashi Miike. Lo que empieza como un banal drama doméstico termina desembocando en un carrusel de actos ofensivos: incesto, violación, prostitución, necrofilia y otras adicciones. Que todo esto suceda en el marco de un hogar familiar lo hace todo todavía más inquietante.
7. Salò, o los 120 días de Sodoma (1975). En esta adaptación del libro del Marques de Sade, Pier Paolo Pasolini decidió volcar sus más truculentas reflexiones sobre el fascismo. En conjunto la película es un compendio de degradaciones inflingidas por parte de un grupo de hombres poderosos sobre unos jóvenes. A las humillaciones sexuales, cabe añadir la mítica escena en la que los chicos deben comer heces humanas.
6. Holocausto Canibal (1980). Todo un clásico del género Mondo, esta falso documental sobre un grupo de aventureros que se topan con una tribu caníbal contiene un buen puñado de crudas escenas en las que diferentes animales son despedazados y cocinados. La película causó un gran escándalo en su estreno. Su director, Ruggero Deodato, llegó a ser acusado de asesinato y fue liberado sólo cuando los actores de la película testificaron ante el juez.
5. Tras el cristal (1987). Klaus fue un médico de los campos de concentración nazis que intervino en los experimentos y torturas a niños, de los cuales además abusaba sexualmente. Terminada la guerra se exilia de Alemania y continúa su carrera criminal de pederasta asesino. Tras torturar y matar a otro niño se arroja desde lo alto de una torre quedándose tetrapléjico y confinado en un pulmón de acero.
Poco después se presenta un extraño joven, Ángelo, en la apartada casa de campo donde Klaus vive con su familia, ofreciéndose a cuidarle como enfermero, pese a las reticencias de su esposa Griselda, Klaus lo contrata. Pronto Ángelo toma el control de la casa asesinando a Griselda y despidiendo a la jornalera que hacía el trabajo doméstico, quedándose Klaus y su hija Rena a su merced.
Ángelo domina y a la vez se siente fascinado por el inmóvil Klaus, le somete a sus fantasías sexuales, le veja y tortura psicológicamente haciéndole presenciar los asesinatos de niños que comete, imitando los crímenes del propio Klaus relatados en su diario. También domina a la niña Rena unas veces asumiendo un papel paternal protector y complaciente y otras por medio del terror y la violencia.
Finalmente se revela que Ángelo fue una de las víctimas de Klaus en su niñez cuando le saca del pulmón de acero para que muera asfixiado mientras emula la escena de su propio abuso, pero esta vez intercambiando los papeles y en presencia de Rena. Una vez muerto Klaus Ángelo toma totalmente su identidad metiéndose en el pulmón artificial y hace que Rena asuma la suya.
4. Eraserhead (1977). Con su primera película, el gran David Lynch dejó bien claro que lo suyo eran las excentricidades más perturbadoras. Con cuatro duros, el director de Mulholland Drive construyo todo un monumento a la neurosis humana, recreada en un universo de freaks angustiados: toda una parada de los monstruos situada en el corazón del devastado paisaje industrial norteamericano.
3. Audition (1999). El japonés Takashi Miike se encarama al tercer puesto de la lista gracias a la sorprendente Audition, una película que arranca como una ingenua comedia sentimental (sobre un hombre mayor que conquista a una jovencita), pero que luego desemboca en una de las escenas de tortura más brutales de la historia del cine. Nunca unas agujas habían dado para tanto.
2. Threads (1984). Esta película de la BBC, filmada como si se tratara de un documental, retrata con un alto grado de detalle qué sucedería si gran bretaña fuese víctima de un ataque nuclear. ¿El resultado? Caos, desesperación y muerte a gran escala. En la escena cumber de la película, un niño desfigurado nace en una sociedad de gente enferma que se mata por conseguir los restos de ganado enfermo.
1. El exorcista (1973). ¿Qué decir sobre este clásico absoluto del terror paranormal? El poderío estético de la película de William Friedkin, así como su irreverente aproximación al universo de las posesiones, pilló por sorpresa a los espectadores de su época. Entre espectaculares efectos especiales y blasfemias para dar y tomar, los grupos religiosos y conservadores vieron en la película una verdadera maniobra de Satanás. No es para menos.