No piensen que estoy pidiendo que para el próximo partido ante Millonarios, Atlético Nacional se forme en el centro del campo y que Pezzuti empiece a gritar y el resto de jugadores formados hagan movimientos sincronizados y le saquen la lengua a los azules. Curioso sería pero no hace parte de nuestro ADN cultural y el motivo de esta columna no tiene ese sentido.

Yo lo que pido es distinto pero no deschavetado. Al ver la actitud y la concentración de los All Blacks durante esa danza a uno se le eriza la piel. Imaginaba lo que debían sentir y lo primero que pensaba era en esos jugadores de negro que entrarían a la cancha como un león que no ha comido nada en 8 días. Por eso el HAKA me sirve de pretexto y de ejemplo para evidenciar, luego de las declaraciones de Santiago Escobar tras la derrota ante el Cali, de la eliminación de Copa Postobón y de la irregularidad (que está más eterna que el Fenómeno de La Niña) que acompaña al equipo desde hace varios meses, que necesitamos un HAKA para el alma y el corazón verdolaga.