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Antiguo 17-10-2011 , 14:35:10   #2
BOSANTE
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Predeterminado Respuesta: La tía de mi esposa

No paso mucho tiempo antes que se despidiera la enfermera, anunciando su próxima ronda para la 1 de la madrugada. Sin más, tía Rosa se dirige a la cama no sin antes darme otro beso en la mejilla, y agradecer nuevamente lo que hacía por ella y por su hija. Se acostó, tapándose con una frazada, y no tardo mucho en quedarse dormida, eran muchas horas sin dormir las que llevaba, por lo que un sueño muy profundo la invadía. Esperé que pasara una hora, apagué el aire acondicionado para que no se sintiera frio y me acerque despacio a la cama donde dormía tía Rosa, dormía como una piedra, hasta se escuchaban leves ronquidos. Con cuidado la comencé a descubrir, despacito levante la frazada, despacio, haciéndola a un lado, hasta dejarla totalmente descubierta. No se movió en lo más mínimo, estaba en los brazos de Morfeo y yo queriendo tenerla en los míos. Dormía de lado, y como lo supuse, la bata no tapaba mucho, ni arriba, ni abajo, pude ver sus ricas piernas, y asomándome un poco, con la ayuda de la luz del celular, pude comprobar lo que antes había imaginado, no llevaba Calzón, podía ver sus nalgas y parte de su chochito. A todo esto mi miembro estaba bien parado, lo liberé de mi pants y salto como si tuviera un resorte, comencé a masajearlo. No era suficiente, quería mas, por lo que comencé a tocarla superficialmente, con mucho temor de despertarla, acaricié su cintura, poco a poco fui bajando hasta sus caderas, acaricie sus nalgas y regrese a su cintura, subí su bata para poder ver mejor sus piernas, con la punta de los dedos tomé la orilla de la bata y despacio la subí hasta, donde comenzaban sus nalgas, pude ver la orilla de su panochita, mi pene estaba que reventaba, me acorde de sus enormes pechos y me levante suavemente para ver por encima de ella, y vaya sorpresa, la bata estaba abierta permitiendo ver esos deliciosos pechos. Quería tirarme sobre ella, hacerla mía, mi cuerpo comenzó a temblar. Quise tocarle los pechos, pero en ese justo en ese momento hizo un movimiento para acomodarse, girando para quedar boca arriba. Yo me quede totalmente paralizado, mantuve la respiración, esperando alguna reacción, pero para mi suerte, seguía profundamente dormida, espere unos segundos y pude notar que casi habían quedado al aire sus pechos, con cuidado aparte la bata y por fin pude verlos totalmente descubiertos frente a mí, su pezón era delicado y se veía delicioso, mi excitación era inmensa, estaba feliz de haberme quedado esa noche y de estar admirando esos pechos tan ricos, suavemente puse mi palma sobre ellos, deslizándola suavemente, los apreté un poco, con cuidado de que no despertara, estaba a mil, quería cogérmela, no aguantaba mas. En eso vi la hora, eran casi la 1:00 am. Hora de la ronda de la enfermera, por lo que muy en contra de mi voluntad le cerré lentamente la bata, esperando poder continuar mi tarea a la salida de la enfermera, la tapé despacio, y guardé mi pene nuevamente esperando la anunciada visita. Puntual llegó la enfermera tocando suavemente la puerta. Abro despacio y entra para aplicarle una inyección a través del suero. Habiéndola aplicado y gracias a un descuido se le cae la bandeja metálica con utensilios, haciendo tremendo ruido y despertando a tía Rosa. Yo estaba furioso, había despertado a mi bella durmiente, mas hasta ese momento no sabía que más tarde tendría que agradecer ese descuido. De un salto se despertó exaltada por el ruido, preguntando qué pasaba, la tome contra mí, tranquilizándola, y explicándole lo que había pasado, a todo esto la enfermera apenada recogía prontamente sus utensilios. Ya más tranquila, Rosita le pregunta por su hija, respondiéndole la enfermera que seguía totalmente sedada, que ni ese, ni ningún ruido la despertaría. Ahhh, que me hubiera gustado sedar también a la mama!!! Después de haber recogido todo, la enfermera pidiendo disculpas y deseando buen descanso, sale de la habitación, nuevamente le echo llave a la puerta para poder tener privacidad. Me acerco a la cama con esperanza de continuar mi faena y me siento nuevamente junto a ella, recostando mi cabeza en la cama, cuando de repente siento su mano tocando mi cabeza, y escucho su voz, preguntándome si no quisiera acostarme, que de todas maneras Carmencita no se despertaría sino hasta la mañana, mientras me decía eso, con su mano me mostraba lugar en su cama, justo a su lado. (Estoy seguro que esa invitación no tenía ningún morbo de su parte). No podía creerlo, estaría en la misma cama, junto a ese par de ricas y enormes tetas. Inmediatamente me levante, apague la luz, Encendí el aire acondicionado con la intención de al tener frio poder pegarme a ella, Aprovechando la oscuridad del cuarto me quite la camisa, quedando solo en pants. Me subí a la cama, acomodándome junto a ella. Le pregunte si podíamos compartir la frazada y sin decir una palabra la levanto como para darme entrada, ni tardo, ni perezoso, me coloque bajo ella, en ese momento la abrace y me pegue a ella, recostando mi cabeza en su regazo, me volví a acomodar hasta hacerla sentir el bulto bajo mi pants, en ese momento su respiración cambió, comenzó a acelerarse y era más fuerte. Entonces le di un pequeño beso en la mejilla, luego otro más cercano a la boca, y después otro que alcanzo a rozar sus labios. Algo me decía que iba por buen camino, ya que no apartó su rostro, por lo que volví a besarla en la comisura de sus labios. Era ahora o nunca, así que el siguiente beso se lo di siempre en el mismo lugar, pero ahora sin despegarlos, deslice mis labios sobre los suyos, comencé a besarla suave y delicadamente, ella no abría su boca para recibir mis besos, por lo que comencé a acariciarla, no consiguiendo entrar en su boca. A esas alturas ya no había retroceso, tenía que conseguir lo que deseaba o morir en el intento, por lo que me atreví a más e introduje mi mano bajo su bata agarrando sus pechos, masajeándolos y apretándolos, fue ahí donde abrió un poco sus labios, permitiéndome chupárselos deliciosamente, poco a poco se iba entregando a mí, comenzó a besarme, ya no era solo recibir mis besos, sino que ella estaba besándome, comencé a bajar por su cuello, besándola, hasta encontrarme con esos pechos que salieron a recibirme al apartar la bata, los bese, los mame, los chupe como un hambriento, los había deseado tanto y ahora los tenía en mi boca, disfrute tanto esos pezones, con mi mano apretaba uno mientras me comía el otro, pero no soltaba ninguno, los gemidos de Tía Rosa me estaban matando (ella tiene un tono de voz bastante chillón, pero que provocaba unos gemidos deliciosos). Lo estaba disfrutando tanto o más que yo. Me dispuse a continuar mi descenso por lo que con mucha agilidad solté la laza que mantenía entrecerrada la bata, dando paso a mi rápido descenso, que creo nunca prescindió, en la complicidad de la oscuridad baje hasta su entrepierna y antes que pudiera evitarlo, me sumergí y comencé a comerle esa vulva y esos labios tan ricos, atine a escuchar cuando me decía que no, que no, que parara, pero su sexo ya estaba bastante húmedo, continúe chupándole su pucha rica hasta que volvieron los gemidos, y entonces sentí como abría por completo las piernas para dejarme hacer, le comencé a meter un dedo, abriendo sus labios vaginales y con la lengua jugueteaba con su clítoris, dándole cada cierto tiempo ricos lengüetazos que atravesaban por completo su vulva, esa rica vulva caliente. Continuando una y otra vez hasta que sentí como esos jugos se multiplicaban, al mismo tiempo que su cuerpo se arqueaba explotando en el más rico de los orgasmos. Era el momento, tenía que entrar dentro de ella, me bajé el pants y aprovechando que estaba totalmente abierta, me acomode entre sus piernas y comencé a penetrarla, estaba tan mojadita que rápidamente se deslizo mi pene en su interior. Comencé con movimientos un poco lentos, para ir acelerando cada vez más las embestidas, que cogida, no quería terminar sin antes lograr que ella terminara una vez más, por lo que comencé a controlar los movimientos, hasta que ella comenzó a jadear y a gemir más fuerte, llenando todo su interior con jugos vaginales, era un éxtasis, yo seguía cogiéndola con fuerzas, hasta que no aguante mas y terminé llenándola también con mi semen. Quedamos quietos por unos minutos, mientras recobraba fuerzas, comenzando a besar sus labios nuevamente, y volviendo a chupar una vez más esas ricas tetas, que me calentaban tanto, cobrando vida nuevamente mi miembro y decidido a explorar aun mas aquella deliciosa vagina, volví a penetrarla con la misma o mayor intensidad que al principio, llevando un ritmo acelerado, empujando con fuerza, como si la quisiera romper , le apretaba fuertemente los pechos, mientras la besaba, metiéndole mi lengua en busca de la suya, para terminar jugando entre ellas, logrando así provocar otro delicioso orgasmo con un sinfín de jadeos y gemidos, expulsando también muchos más fluidos, que provocaban mi pronta corrida, era algo genial, me detuve recostándome a un lado de ella, que estaba exhausta, al igual que yo, quedándonos así por unos minutos, hasta quedarnos dormidos. Como a las 4:30, desperté, creo que por las ganas de orinar, me dirigí al baño, mientras en mi mente recordaba lo que había sucedido. Al salir del baño, deje la luz encendida y dirigí mi mirada hacia Carmencita, la veo inerte, seguía durmiendo, pero esta vez no pude aguantar, me acerque a ella, no sin antes verificar que su mama durmiera como piedra, apartando la frazada, veo la bata como la que llevaba puesta su mama y la abro para dejar al aire esos pechos grandes, y deliciosos. Estaban más suaves y duritos que los de su mama, por el frio veo como se le paran rápidamente los pezones y ya no tuve fuerzas para detenerme, me abalance sobre ellos para chupárselos con tremenda pasión, se los mamaba, se los apretaba, mordisqueaba esos pezoncitos, era algo delicioso. Por ser casi la hora de la siguiente visita de la enfermera le arregle la baja, tapándola con la frazada, dejándola igual que antes y apagando la luz regrese a la cama, para despertar a Tía Rosa y sugerirle que se pusiera la bata que habíamos dejado a un lado cuando explotamos en pasión. Ella sin pronunciar palabra se vistió. Al llegar la enfermera, Salí no sin antes despedirme de la que ahora era mi amante, y descubrí en su rostro una sonrisa de complicidad. Posterior a ese encuentro seguimos disfrutando en los momentos en que Rosa se quedaba sola en casa, lo que para nosotros era nuestra experiencia inolvidable.

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