¿Cómo quitamos a los borrachos del volante?



Los accidentes graves en Colombia no ceden. Entre 2003 y 2010 el número de muertos bajó apenas 2%.

EL TIEMPO consultó a varios expertos sobre cómo frenar esta amenaza en auge. Informe.

Pese a las campañas y esfuerzos para que los colombianos no mezclen el alcohol y la gasolina, el número de muertos por ese coctel letal sigue en aumento. Este año ya han perdido la vida más personas que en el 2010, y todavía faltan las fiestas decembrinas.
Casos hay todos los días. Cuando apenas se asimilaba el dolor por la muerte de Diego Alexánder, el niño de 11 años que fue arrollado por un hombre borracho hace unos días, un nuevo caso en el barrio Socorro -sur de Bogotá- atentó otra vez contra menores de edad, de 12 y 15 años. Esta vez, el conductor ebrio era un subintendente de la Policía, el cabo Fredy Gamba.
Y tan solo dos días después ocurrió otro accidente en la vía que conduce de Montenegro a Armenia (Quindío): el concejal Pablo Emilio Valencia conducía en estado de embriaguez y atropelló a una pareja que se desplazaba en una moto. Esas son solo tres veces de las 1.450 en las que este año el licor ha hecho de las suyas, según estadísticas de la Dirección Nacional de Tránsito.
El incremento de la mortalidad ha sido dramático y, este año, poner al alcohol de copiloto ya ha matado a 327 personas, casi la cifra de las muertes causadas por ataques guerrilleros en el 2010: 377 víctimas, según Forensis, el informe anual de Medicina Legal.
Las cifras demuestran además que mueren más hombres que mujeres. De las muertes que van este año, 290 son cadáveres masculinos y apenas 37 femeninos.
La mayoría de los accidentes -529 en lo que va del 2011- han ocurrido los lunes, en mayor proporción en zonas rurales. El fenómeno, de acuerdo con fuentes policiales, obedecería a que el lunes es el día de mercado en la mayoría de pueblos del país.


No es un delito
Pese a que las cifras son dicientes y desalentadoras, conducir un vehículo bajo el efecto de sustancias psicoactivas, psicotrópicas o embriagantes no se tipifica hoy como delito y apenas recibe la sanción administrativa que se traduce en infracción o suspensión de la licencia de conducir.
Aunque sí es delito causarle la muerte a una persona bajo los efectos del alcohol, en la mayoría de los casos se aplica la figura del homicidio culposo, es decir involuntario, y las personas suelen recibir penas que, tras la admisión de cargos, terminan siendo excarcelables.
Sin embargo, el escenario social está dado para un cambio en la legislación, pues el primer estudio de comportamiento y seguridad vial del Fondo de Prevención Vial - efectuado a 1.304 personas mayores de 18 años el año pasado- encontró que nueve de cada diez ciudadanos aprueban la existencia de sanciones para que quienes hayan bebido no puedan conducir.
Este sentir de los colombianos está en un proyecto de ley que se empezó a tramitar desde el 2007 y que se ha caído tres veces. La iniciativa, que actualmente da una nueva pelea en el Congreso, pretende introducir en el Código Penal el delito de "conducción de vehículo automotor bajo el influjo de alcohol y sustancias sicotrópicas", lo cual enviaría a la cárcel a los conductores borrachos y endurecería los castigos si su imprudencia genera la muerte o lesiones personales en otros. Además, tiene varios agravantes para esa conducta culposa.
EL TIEMPO reunió 7 voces que plantean soluciones para este flagelo que seguirá cobrando víctimas.



'Se debe acabar con la sensación de impunidad'
Pere Navarro es director de seguridad vial en España y ha conseguido reducir los accidentes de tránsito en ese país -uno de los más altos de Europa- a la mitad. Para él, lo primero que debe hacerse en Colombia es acabar con la sensación de impunidad. "Hay que hacer controles/año para el 20 por ciento del censo de conductores. Así, un conductor, un familiar o un amigo habrá pasado por un control cada año. Nosotros hemos pasado de 2 millones de controles a 5 millones y medio cada año".
Según él, de a poco, se va consolidando la figura del conductor alternativo, pues el 15 por ciento de la cerveza que se consume en España no tiene alcohol. "Nosotros cambiamos la ley: altas tasas de alcoholemia son delito, independientemente de que se mate o no a alguien", afirma.
"La cultura de Colombia es igual a la de España. Nos gusta la fiesta, nos gusta beber y nos gusta coger el coche para ir de paseo... es una cultura análoga. Nosotros no somos Suecia ni Alemania. Si en España ha podido funcionar; en Colombia, también. Mi recomendación es: hay evidencias científicas sobre que el alcohol afecta la conducción. Cojan el límite que ustedes quieran, pero pongan un límite".



'No tolerar ni un solo trago'
Un reciente estudio de la U. Javeriana, dirigido por el psiquiatra e investigador Carlos Gómez Restrepo, concluyó que el consumo de alcohol, en cualquier cantidad, altera las habilidades del conductor y es suficiente para causar un accidente. "El nivel de alcohol en la sangre permitido en Colombia debería ser cero, como en Brasil", dice el médico. Agrega que existe amplia evidencia de que un solo trago impacta en la somnolencia o en el tiempo de reacción. "Lo que hace falta es que los legisladores confíen en la evidencia científica. Ellos confían más en prebendas económicas o políticas, que no tienen que ver con salud pública", remata.



'Cárcel y extinción de dominio': Policía
La privación de la libertad y la extinción del derecho de dominio sobre el bien mueble -sin importar si se trata de un camión, de un carro o de una moto- es la propuesta que hace el comandante de la Policía de Tránsito, general Rodolfo Palomino, para hacerle frente a la fatídica mezcla de licor y gasolina. "Yo lo que propondría es revisar el tema jurídico y replicar algo de lo que han hecho países que han logrado realmente bajar accidentes, muertos y heridos. Hay que fortalecer las sanciones y penalizar el solo hecho de estar conduciendo bajo los efectos del alcohol", dice el uniformado, quien incluso va más allá. "Vale la pena que, además de cárcel, se contemple la extinción del derecho de dominio sobre el vehículo que está manejando el infractor", sentenció.



'Infractores son delincuentes'
Penalizar el hecho de conducir ebrio y tratar a los infractores como delincuentes son dos de las propuestas del ministro de Transporte, Germán Cardona, para enfrentar el flagelo de hacerse acompañar del alcohol a la hora de conducir.
"A mí me duele mucho que llevemos un año en este país pidiendo que se penalice de una vez por todas a los conductores en estado de ebriedad. Y digámoslo de una vez por todas, un conductor en estado de ebriedad es un asesino al volante", dijo. El jefe de esa cartera le envió además un mensaje al Congreso para que se comprometa con un proyecto de Ley al respecto. "Uno no puede pensar que va a legislar en beneficio propio. Uno tiene que legislar en beneficio de todo un país (...)", sentenció Cardona. Por último, le pidió al legislativo unir voluntades. "Esto no se debe ver con sentimientos ni tintes políticos, esto no es un tema del Partido Liberal, o el Conservador, o de 'la U', o del Polo. Esto debe convertirse en una fuerza nacional".



'Las víctimas deben ser el centro'
Para Mary Bottagisio, directora de la Liga contra la violencia vial, las campañas pedagógicas ya no deben ser la estrategia central para disminuir las muertes y la sociedad debe propender por el fin de los costos sociales y morales que entrañan las víctimas que dejan los ebrios al volante. "¿Qué mensaje, qué valores estamos transmitiendo a los niños y jóvenes? ¿Beba y conduzca, que su conducta es socialmente aceptada? La indulgencia frente al ebrio al volante mata", afirma Bottagisio. Para la directora, que ha sido una de las voces de apoyo más recias frente a penalizar el conducir en estado de ebriedad, se trata de un asunto de protección. "Es urgente no dejar a la sociedad indefensa frente a estas conductas y no ampararnos más en que es un problema de educación recurrente", dijo.



'Quitar el pase para siempre': Yunis
Para el genetista y sociólogo colombiano Emilio Yunis, las sociedades expuestas a conductores ebrios es un fenómeno mundial que -sobre todo en nuestro país- obedece a una lógica que en nada tiene que ver con que la cultura colombiana sea genéticamente más proclive al festejo y al alcohol, como se ha dicho. "Los Estados, y Colombia en primer lugar, se volvieron 'Estados estancos', es decir, cobran impuestos por la fabricación del alcohol. El Estado se beneficia de drogar a sus habitantes (...) y luego es muy complaciente con las penas -explica-. Se es proclive al alcohol pero por las condiciones sociales. No hay nada genético que indique una tendencia tal", asegura. Para el profesor, que ha estudiado ampliamente el comportamiento de los colombianos y que incluso publicó el libro Por qué somos así, "a una persona con mucho licor (en la sangre) deberían retirarle el pase para siempre". Eso -explica el experto- incluiría todo un proceso de endurecimiento de las penas. "La magnitud del delito debe implicar la magnitud de la pena. No deberían existir perdones y olvidos", sentencia.




'Las campañas deberían educar a los policías': ex directora Inco
Bajo los efectos del alcohol en la sangre, María Inés Agudelo, ex directora del Inco, arrolló a un policía y renunció a su cargo a los ocho días. Cuatro meses después, propone que se hagan campañas serias sobre el tema. Cree que la clave para evitar casos como el que ella protagonizó está en una concientización mayor. "No considero que sea necesario reforzar la ley, sino hacer cumplir la que ya existe, y para esto es muy importante el papel activo que juega la policía", afirma. Según ella, antes de tomar cualquier decisión en materia legislativa, se debería revisar cómo funciona la legislación que regula los diversos niveles de alcohol permitidos en otros países para saber cuál podría funcionar en el caso de Colombia, "sobre todo, para saber qué sirve y qué no sirve, qué es efectivo, y aprender de experiencias con información sustentada en mediciones estadísticas".