Este espléndido relato dio lugar a la maravillosa película del mismo título dirigida por Otto Preminger en 1944 e interpretada por Gene Tierney y Dana Andrews.

Por brillante que sea, un policía no debe enamorarse de una dama con éxito en el mundo de los negocios, y menos cuando esa dama ha muerto asesinada de un balazo que le ha destrozado la cara. Y ese amor es aún más inexplicable cuando sus rivales son un pedante escritor consagrado y un aristocrático joven arruinado que sí habían visto la cara de Laura antes del balazo y que parecen estar por encima de toda sospecha. Pero —misterios del alma humana— la necrofilia, a fin de cuentas, puede ayudar en la investigación.


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