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Antiguo 28-09-2011 , 19:40:41   #52
Samuelsb
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Predeterminado Respuesta: El rincón de Gustavo Cerati.

Puedo equivocarme
Tengo todo por delante
Nunca me sentí tan bien
Viajo sin moverme (de aquí)
Chicos del espacio
Están jugando en mi jardín
Me-dirán el azar con el viento
Fuerza natural
(Y me eche a la suerte…)
Nena, no volvió el ayer
Me puse delante
De mis ojos para ver
Chispas de oscuridad
No es tan importante
Sé que dios es bipolar
Cambiara como el mar lo que siento
(Cada vez mas fuerte…)
Voy pisando fósiles, no me dejaran caer
un mundo microscópico me sostiene de los pies
Naves como nubes cambian de velocidad
Mis pupilas dilatando otra noche más…
Más azul es la luz
Si me alejo
Fuerza natural
Me perdí en el viaje
Nunca me sentí tan bien
Todo por delante
Todo está hablándome
Está cambiando el aire
Nunca me sentí tan bien.
Llevaba tanto tiempo en ese viaje cósmico, sumido al silencio que le otorgaba estar postrado en esa cama que lo contenía como la tumba de un gran guerrero griego ¿Hércules, Odiseo, Aquiles quizás? Nadie –solo su más acalorados seguidores- daba crédito de que se levantara de ese lugar privilegiado para dioses que pueden dormir eternamente, el no podría morir nunca, se prolongó a lo largo de la existencia con su música, él tranquilamente podría habitar eternamente el mundo de aquellos que todos los días abriesen los ojos. Su último trabajo fue una especie de oráculo, “es un viaje” se le escuchó decir en casi todas las entrevistas que le hicieron, y era verdad, pues la música que le ofrecía al mundo era todo un divagar poético, que tenía como fin musicalidad, la lirica y lo cruzaba una intelectualidad venida del mundo de la percepción. Cuando sonaba era inevitable no embarcarse en una aventura, se podía deambular por los lugares recónditos en los cuales ni la razón había inspeccionado, se podía brincar de un sentido a otro, existía la posibilidad de equivocarse y sin embargo se estaba bien consigo mismo. Su legado estaba completo, él era el nuevo profeta de la música.

Al lado de su cama estaba la guitarra reposando de los acordes que él podía sacarle, del acompañamiento que hacían –rítmicamente- a las letras. Él, con los ojos cerrados a una realidad que cada día era más compleja para quienes esperaban; no servían oraciones, ni mucho menos homenajes que se le hacían ya que todo lo que él habría de decirle al mundo dicho estaba, no tenía necesidad de abrir los ojos, podía sumirse en ese sueño profundo que lo albergaría para toda la eternidad; no habría poder humano que lo sacara de ese estado en el que se encontraba su alma, la poesía tomó sus maletas y se fue hacer arte a otro lugar.

No debía importar su vida personal, estas cuestiones pertenecían a sus formas puras de entender el mundo, como dijo Kundera: “porque la vida privada del otro es sagrada” y por ende no debemos revolver en su mar donde él podía ser libre, libre de verdad, sin tener en cuenta ninguna opinión a su favor o en su contra. Allí era el lugar donde podía lanzarse al vacío y volar sin preocuparse por los principios contradictorios de la vida: frio-calor, luz-oscuridad, ser-no ser. Su vida pública la podemos resumir de la siguiente forma: cantó, escribió, compuso a su antojo y por ende ennobleció muchas almas anhelantes y suplicantes de respuestas a preguntas inconclusas, fue un inspirador de otros músicos que deseaban imitar sus hazañas dentro del movimiento musical latinoamericano. Sus actos fueron justificados como los de una verdadera estrella del rock que levantaba rencillas y opiniones entre sus detractores y lo que lo amaban. A él nunca le importó, era su vida, nadie tenía derecho a opinar, uno es dueño de sus propios actos, sus palabras y miradas, por ello, el límite de la censura aparece cuando nuestras verdades llegan a la impotencia del no cruzar mas allá a lo que deseamos.

Tenía la facultad de reunir a personas de distintas nacionalidades entorno suyo, su música rompía barreras idiomáticas, ideologías políticas y religiosas, al final del día cuando cae el sol lo que queda es la satisfacción de haber entendido un poco más la vida propia y por ende, la vida de los otros. Fue causa que un equipo de futbol profesional un sábado en la noche saltara a la cancha con una bandera en la cual le deseaban buena fortuna “¡Fuerza Gustavo!” Decía. En las paginas o redes sociales, por ejemplo, se crearon grupos en los que se pedía por su recuperación, o los que pondrían una cinta de color verde, o el número 11 como foto de perfil el día de su cumpleaños, también habían grupos que cambiaban a la deidad dos o tres cantantes de reggaetón por la buena salud del profeta; todos los que lo amaban perseguían los grupos o los comentarios a favor de su muerte, o de las noticias que informaban su vitalicio. Resumiendo, era tal el amor por el profeta por parte de sus fans que habrían hecho cualquier cosa para verlo levantarse y seguir tocando y escribiendo.

Pedro él siguió dormido, escondido tras sus sueños, elucubrando nuevas formas musicales que no eran ya para nosotros los esperanzados, sino para sí; estaba él pues sentado en la rivera de la fantasía, mirando el horizonte donde inicia la realidad, ya le había dado demasiado a la música, ya sus últimas palabras –cargadas de fuerza natural- fueron las que lo llevaron a transformarse en un icono, una leyenda del rock latino, en su nuevo profeta. La poesía acompañada de la música era una obra artística que representaba la esencia del ser, que entendía la existencia y la redimía con el fuego con el cual estaban cargadas sus canciones metafóricas, “la poesía es la única verdad”. Al final de cada canción importaba el arte por el arte, pero también era el arte poético. Entonces entendimos que el profeta ya no pertenecía a este mundo y que donde estuviese estaría regalando su música, haciendo vida con su guitarra y sus letras, que el legado musical que nos heredó permaneciera por el paso de los tiempos.

Por ello hoy escribo estas palabras cargadas de sentimientos encontrados porque si el profeta despertase –como dice su canción: si “el fin de amar es sentirse más vivo”- podría llegar a entender cuanto significa para muchos de nosotros que lo seguimos. Él sigue vivo, lo sabemos, pero por lo que simboliza en cada uno de los que lo seguimos se inmortalizará y como dijo alguna vez Mejía Vallejo “uno se muere cuando lo olvidan”, es imposible olvidar al músico, al poeta, al profeta, vivirá –como ya dijimos- en su música, en los recuerdos. Sin embargo, si él decide marcharse para descansar de tan “mágico” viaje donde “tal vez parezca que me pierdo en el camino” y donde quizás él haya llegado al final todo estará bien: se entregó completo por medio de su arte, sus palabras se convirtieron en esas verdades buscadas.

Feliz sueño Ángel Eléctrico, sé que por dónde estés caminando harás poesía con tus música, el arte será tu eterna identidad y las letras tronaran hasta el fin de los tiempos cuando los cielos se abran y veremos a Dios congraciado escuchando como Gustavo tocará su guitarra y le cantará como cuando lo hacía para los humanos.


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Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre volúmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos. Ocurre entonces la emoción singular llamada belleza, ese misterio hermoso que no descifran ni a la psicología ni la retorica. Jorge Luis Borges.
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