La situación demográfica en Israel comienza a preocupar a las autoridades del estado judío. Más allá del conflicto con las naciones árabes circundantes y las frustradas negociaciones con los palestinos, el principal problema que enfrentará Israel es la disminución en la natalidad de la población judía en los próximos 20 años. Se habla inclusive de que en dos décadas la población árabe sea mayoría.
Desde su establecimiento como estado, Israel logró que en aquel territorio se incrementara considerablemente la población judía, lo que significó que en 50 años los judíos se convirtieran en el grupo mayoritario en Israel, representando el 80% de la población frente al 20% compuesto en su mayoría por musulmanes y grupos menores como los cristianos maronitas. No obstante, la reducción considerable de migración de judíos hacia Israel (a raíz de la violencia en aquel país) y una tasa de natalidad baja en la población judía prevén para los próximos años un considerable descenso en la población de judíos.
En contraste, la tasa de natalidad de la población árabe musulmana en Israel se mantiene estable aunque ha reducido en los últimos años. En promedio la mujer judía en Israel está en capacidad de tener 2.8 hijos, mientras que la mujer musulmana puede tener en promedio 4.8 hijos. Muchos estudiosos de la población israelí advierten que las leyes con relación al aborto que existen en Israel desde 1977 pueden aportar cierta causa en el descenso de la natalidad entre judíos. En Israel el aborto está permitido bajo cuatro circunstancias:
1. Si la vida de la madre está en riesgo a causa del embarazo.
2. Si el embarazo fue producto de una circunstancia ilegal (violación) o de una relación incestuosa o extramatrimonial.
3. Si el feto tiene malformaciones genéticas.
4. Si la madre es menor de 17 años (edad legal para contraer matrimonio en Israel) o mayor de 40.
Estas leyes abortivas son consideradas por varias personas como "demasiado libertinas" y se cree que son la principal causa del descenso en la natalidad judía israelí. No obstante, la Torá no contempla referencias acerca de la terminación abrupta del embarazo, en contraste con la fuerte oposición del Islam y de otros grupos religiosos al aborto.
De mantenerse las actuales condiciones demográficas, podría significar un crecimiento de la población árabe musulmana en Israel, que podría convertirse entre el 25 y el 30% de la población, que si se suma a la población árabe de Cisjordania y la Franja de Gaza sumarían una mayoría dentro del territorio conjunto de israelíes y palestinos. Esto podría poner en riesgo la existencia de Israel como estado.
En las autoridades israelíes surgen diferentes alternativas para enfrentar este problema, entre ellas la de estimular a los árabes a abandonar Israel y moverse hacia los territorios reclamados por Palestina, pero la que parece más lógica sería cambiar la legislación de Israel.
Muchos especialistas en política internacional sugieren a Israel convertirse en un estado secular que separe definitivamente las cuestiones religiosas de las políticas. Un Israel secular podría poner fin al conflicto de esta nación con sus vecinos árabes, ya que la razón religiosa de los grupos extremistas musulmanes quedaría deslegitimada. La opción de un estado israelí laico también es apoyada por la población judía no ortodoxa, musulmanes, miembros de otras religiones y no creyentes, quienes reclaman derechos civiles que hasta el día de hoy siguen siendo privilegio exclusivo de los judíos ortodoxos, como el matrimonio. Sin embargo, este grupo de judíos ortodoxos, que no representa más del 10% de la población israelí, persiste en mantener la identidad judía de Israel.