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Antiguo 19-09-2011 , 09:53:05   #116
esquimala
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Predeterminado Respuesta: Las aventuras de Bella

LA EXTRAÑA HISTORIA DEL
PRÍNCIPE ROGER
La señora Lockley levantó a Bella con brusquedad, le retorció las muñecas para
colocárselas en la nuca y seguidamente la obligó a salir por la puerta trasera a un gran
patio cubierto de hierba y frondosos árboles frutales.
Allí, en un tinglado descubierto, sobre unos bancos de madera, media docena de
esclavos des nudos dormían, al parecer tan profunda y confor tablemente como si
estuvieran en la suntuosa sala de esclavos del castillo. También había una mujer del
pueblo con las mangas remangadas que tenía a otro esclavo metido de pie en un gran
barreño de agua jabonosa. Él estaba atado por las manos a una rama que sobresalía del
árbol mientras la mu jer le restregaba las carnes con la misma rudeza con que se desala
la carne para la cena.
Sin darle tiempo a comprender lo que sucedía, Bella se vio metida en aquel barreño, con
el agua jabonosa remolineando a la altura de las rodillas.
Mientras le ataban las manos a la rama de la higuera que colgaba sobre su cabeza, oyó
que la señora Lockley llamaba al príncipe Roger.
El esclavo apareció de inmediato, esta vez de pie, con el cepillo de fregar en la mano, y
al instan te se ocupó de Bella. La mojó de arriba abajo con agua caliente, le frotó codos
y rodillas con más fuerza, y a continuación la cabeza, que volvió a uno y otro lado con
gran rapidez.
En este lugar el lavado se reducía a lo indispensable, sin lujos superfluos. Bella dio un
respingo cuando el cepillo le restregó entre las piernas y gimió al notar las ásperas
cerdas sobre las ronchas y magulladuras.
La señora Lockley se había ido. La corpulenta posadera había enviado a la cama al
pobre esclavo quejumbroso, recién restregado, guiándolo con azotes, y a continuación
había desaparecido hacia el interior de la posada. En el patio sólo quedaban los esclavos
que descansaban.
¿Me responderéis si hablo? preguntó Bella en un susurro. La piel oscura del príncipe le
pareció de una suavidad cérea en contraste con la suya. Éste le echaba la cabeza
ligeramente hacia atrás para verterle el jarro de agua caliente por en cima. Ahora que
estaban a solas, los ojos del prín cipe tenían un brillo alegre.
Sí, pero tened mucho cuidado. Si nos pillan, nos mandarán a recibir el castigo público.
Me as quea sobremanera servir de diversión en la plataforma giratoria para los patanes
del pueblo.
Pero, decidme, ¿por qué estáis aquí? pre guntó Bella. Yo creía que había llegado con los
primeros esclavos que enviaron desde el castillo.
Llevo años en el pueblo dijo. Casi no recuerdo el castillo. Me sentenciaron por
escabullirme con una princesa. ¡Estuvimos dos días en teros escondidos antes de que
nos encontraran! explicó con una sonrisa. Pero nunca volverán a llamarme.
Bella se quedó conmocionada. Recordó la no che furtiva que pasó con Alexi muy cerca
de la alcoba de la mismísima reina.
¿Y qué le sucedió a ella? preguntó Bella.
Oh, estuvo un tiempo en el pueblo y luego regresó al castillo. Se convirtió en una de las
favoritas de la reina y cuando llegó el momento de re gresar a su reino, prefirió quedarse
a vivir aquí y ser una dama de la corte.
¡No hablaréis en serio! exclamó Bella lle na de asombro.
Pues así es. Se convirtió en miembro de la corte. En una ocasión incluso bajó a caballo
hasta el pueblo con sus nuevos ropajes para verme y preguntarme si me gustaría
regresar y ser su escla vo. La reina estaba dispuesta a permitirlo, dijo, porque ella había
prometido castigarme con toda contundencia y fustigarme sin descanso. Sería la ama
más perversa que jamás hubiera tenido escla vo alguno, afirmó. Como podéis
imaginaros, yo me quedé absolutamente pasmado. Cuando la ha bía visto por última vez
estaba desnuda, en las ro dillas de su señor. En cambio, ahora cabalgaba sobre un
caballo blanco, llevaba un fantástico vestido de terciopelo negro con ribetes dorados y el
pelo trenzado con oro. Venía dispuesta a cargarme desnudo sobre su silla. Yo me escapé
corriendo pero hizo que el capitán de la guardia me trajera de vuelta, y desde su
montura me azotó con la pala en el centro mismo de la plaza ante una muchedumbre de
lugareños. Disfrutó como una loca.
¿Cómo pudo hacer una cosa así? Bella es taba indignada. ¿Habéis dicho que llevaba el
ca bello peinado en trenzas?
Sí respondió. He oído decir que nunca lo lleva suelto. Le recuerda demasiado sus tiempos
de esclava.
¿No será lady Juliana?
Sí, precisamente de ella se trata. ¿Cómo lo habéis sabido?
Fue mi torturad ora en el castillo; era mi ama, y el príncipe de la Corona, mi señor expli
có Bella. Recordaba perfectamente el encantador rostro de lady Juliana y esas espesas
trenzas. ¿Cuántas veces había tenido que escapar de su pala en el sendero para caballos?
. ¡Oh, qué ho rror! balbució. Pero ¿qué sucedió después?
¿Cómo conseguisteis huir de ella?
Ya os he dicho que eché a correr y el capitán de la guardia me trajo de vuelta. Estaba
claro que aún no estaba preparado para regresar al castillo se rió. Por lo que me
contaron, lady Juliana suplicó y rogó para que me entregaran, y prome tió domesticarme
sin ayuda de nadie. ¡Vaya monstruo! exclamó Bella.
El príncipe le secó los brazos y la cara. Salid del barreño y callaos. Creo que la señora
Lockley está en la cocina. Luego susurró: La señora Lockley no estaba dispuesta a
dejarme marchar. Pero Juliana no es la primera es
clava que se queda en el castillo y acaba convirtiéndose en un terror para los demás
cautivos.
Quizás algún día os encontréis ante esta disyuntiva. De repente descubriréis que tenéis
una pala en las manos y todos esos traseros desnudos a vues tra merced. Pensad en ello
dijo Roger, sonrien do con naturalidad.

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