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Antiguo 15-09-2011 , 09:30:12   #114
esquimala
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Predeterminado Respuesta: Las aventuras de Bella

«¡Qué mala me estoy volviendo!», se dijo.
Pero lo más extraño de todo aquello era que su corazón latía velozmente al pensar en la
señora Lockley. Le gustaba su frialdad y severidad, de una manera que no había
experimentado antes en su adulad ora ama del castillo, lady Juliana. No po día evitar
preguntarse si la señora Lockley sentiría algún placer cuando la azotaba con la pala. Al
fin y al cabo, lo hacía muy bien.
Bella continuaba fregando mientras pensaba. Intentaba dejar las baldosas marrones del
suelo tan relucientes y limpias como podía, cuando de repente se percató de que sobre
ella se cernía una sombra. Pertenecía a alguien que se hallaba en el umbral de la puerta
abierta. Entonces oyó la voz de la señora Lockley que decía con suavidad:
Ah, capitán.
Bella levanto la vista con prudencia pero no sin cierto atrevimiento, ya que era
consciente de que posiblemente incurría en una insolencia. De pie, ante ella, descubrió a
un hombre rubio que calzaba botas de cuero cuya caña subía por encima de las rodillas
y que llevaba una daga enjoyada sujeta al grueso cinturón de cuero, del que también
colgaban un espadón y una larga pala de cuero. A Bella le pareció más grande que los
demás hombres que había conocido en este reino, a pesar de que era de constitución
delgada, excepto por la anchura de los hombros. El cabello rubio le cu bría
profusamente la nuca y se rizaba y espesaba en las puntas. Sus brillantes ojos verdes se
estrecharon con las líneas de una sonrisa cuando la miro.
La princesa sintió una punzada de consternación; sin saber por qué, experimentó un
repentino derretimiento de la frialdad y la dureza que la afectaba. Con calculada
indiferencia, continuó fregando.
Pero el hombre se situó justo delante de ella.
No os esperaba tan pronto dijo la señora Lockley. Contaba con que trajerais esta noche a
toda la guarnición.
Decididamente, señora contestó. Su voz se alzaba con un sonido casi brillante. Bella
sintió una peculiar tensión en la garganta y continuó restregando, intentando no prestar
atención a las botas de becerro finamente arrugadas que tenía delante. Presencié la
subasta de esta tortolita prosiguió el capitán, y Bella se sonrojó mientras
el hombre caminaba orgullosamente formando Iun círculo en torno a ella. Qué rebelde
comentó. Me sorprendió que pagarais tanto dine ro por ella.
Sé cómo tratar a las rebeldes, capitán dijo la señora Lockley con voz fría como el acero,
pero sin delatar orgullo ni ironía. Sin embargo, es una tortolita excepcionalmente
suculenta. Pensé que os gustaría disfrutar de ella esta noche. lavadla bien y enviádmela
a mi habitación, ahora mismo ordenó el capitán. Creo que no quiero esperar hasta la
noche.
Bella volvió la cabeza y deliberadamente lanzó una severa mirada al capitán. le pareció
desca radamente guapo, con una rubia y áspera barba, como si le hubieran frotado el
rostro con polvo de oro. El sol había dejado su marca en él; el intenso bronceado de su
piel hacía brillar aún más las cejas doradas y los dientes blancos. Apoyaba la mano
enguantada en la cadera y, cuando la señora lockley ordenó gélidamente a Bella que
bajara la vis ta, él se limitó a sonreír ante la insolencia de la
princesa.

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