Como el testimonio del paramilitar Pablo Hernán Sierra García, alias ‘Alberto Guerrero’, excomandante del Bloque Cacique Pipintá de las Auc, señala que ese grupo paramilitar fue conformado a mediados de los 90 en la finca Guacharacas, que perteneció a la familia de Uribe Vélez, el expresidente explicó que su familia perdió la competencia de ese predio en los 80 por las incursiones de la guerrilla. “¿Usted tiene grabadora? Lo que le voy a decir lo manda a la Corte Suprema de Justicia y a la Fiscalía”, le dijo Uribe al periodista de Súper, ante de referirse al tema.
Dijo que la finca Guacharacas la tuvo su padre, Alberto Uribe Sierra, hace muchos años. Allí, el 14 de junio de 1983, un grupo de las Farc que iba a secuestrar a miembros de su familia, mató a su padre, dejó gravemente herido a su hermano Santiago y, gracias a una maestra de escuela que la escondió, su hermana se salvó de ser secuestrada.
Uribe dijo que en ese momento estaba alejado de la región porque atendía la finca San Cipriano, y que cuando percibió la presencia de un sindicato de las Farc, dice el expresidente, decidieron entregar esa finca. Según su relato, eso sucedió el 7 de junio de 1979.
El expresidente asegura que la finca fue avaluada en 20 millones de pesos de la época, pero que fue entregada a una organización de trabajadores a la que se le adeudaba 6 millones de pesos. “La familia mía no pudo volver a la región. Mi hermano Santiago administraba Guacharacas a distancia”.
Uribe dice que al año después de iniciar su periodo como gobernador de Antioquia, la guerrilla del Eln quemó la casa de la hacienda, con el argumento que era una propiedad del gobernador de Antioquia. “Fue uno de los tantos daños de la guerrilla a mi familia. El Eln dijo a los trabajadores que tenían que abandonar la finca porque si no los mataban. Cumplieron con la amenaza”, dijo el expresidente al revelar que un joven trabajador, de nombre Tobías, fue asesinado en esa finca.
Para Uribe, las vinculaciones que le pretenden hacer, al mencionar la finca Guacharacas en relación con acciones del paramilitarismo, no son nuevas y dijo que desde su época de candidato presidencial han salido diversas versiones en algunos libros.
“Después que salí de la gobernación hubo acusaciones similares (...) me investigó la Fiscalía. Sería importante que me mostraran que yo di un peso para una organización ilegal, estoy esperando esas pruebitas. O que me he reunido con esos bandidos a quienes extradité”, dijo Uribe en la entrevista.
Pero más allá de defender su honra y su pasado, Uribe aprovechó para cuestionar a Iván Cepeda. De él dijo que se ha declarado victima de los paramilitares, pero hoy visita las cárceles para “aliarse” con ellos. “Cepeda es hoy aliado de sus antiguos verdugos, solo para acusar a mi familia”.
“(Cepeda) alega inmunidad. Es importante que los jueces examinen este tema. Una cosa es inmunidad para lo que digan en el parlamento, pero no conozco inmunidad para ir a las cárceles a hacer acuerdos. Eso sí es una obstrucción de la justicia. No entiendo por qué Bernardo Moreno está en la cárcel por pedir una aclaración periodística, pero a Cepeda se le permite ir a las cárceles a direccionar la justicia, acomodar testimonios, a hacer alianzas con bandidos que están presos y hacen falsas acusaciones”.
Uribe también cuestionó al padre de Iván Cepeda, el asesinado congresista Manuel Cepeda Vargas, asesinado en Bogotá el 9 de agosto de 1994, por miembros de la fuerza pública aliados con paramilitares, crimen que produjo una condena al Estado colombiano por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
“Mi padre se llamaba Alberto Uribe Sierra, asesinado por las Farc. El padre de Iván Cepeda era Manuel Cepeda Vargas. Yo no conozco que haya un grupo paramilitar que lleve el nombre de Alberto Uribe Sierra”, dijo Uribe al mencionar tácitamente la existencia de un frente de las Farc que lleva el nombre del asesinado dirigente de la Unión Patriótica y el Partido Comunista.
Uribe también recordó que al actual gobierno pidió perdón público porque los paramilitares mataron a Manuel Cepeda. Pero consideró que el país no ha recibido perdón por la “combinación entre guerrilla y política”.
“No ha habido perdón por aquello que tanto daño le hizo al país y que no fue investigado por la justicia: la combinación de las diferentes formas de lucha que trajo la guerrilla marxista a Colombia. Participaban en política y al mismo tiempo secuestraban, asesinaban e infiltraban el movimiento obrero y estudiantil”.