La reciente disculpa pública ordenada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos del Estado colombiano para con Iván Cepeda deja muchas preguntas. Una de ellas es saber si con esto el político de izquierda es capaz de dejar de albergar tanto rencor contra el Estado por la muerte de su padre.
Los gestos de Cepeda luego de la disculpa pública parecen decirnos otra cosa: una sonrisa que devela una satisfacción morbosa que nos dice que el principal objetivo de Cepeda no era precisamente el de recibir con beneplácito una disculpa que a mi parecer fue sincera, sino el de cobrarse una revancha, como si eso pudiera aliviar el dolor de haber perdido a su progenitor de la manera tan terrible como ocurrió.
No estoy de acuerdo en que la disculpa fuera ordenada por un tribunal. El perdón no es una exigencia jurídica, debe ser una iniciativa personal que nazca del corazón y con la sincera intención de sanar heridas. De cualquier modo, siento yo que la disculpa por parte del presidente Santos fue sincera.
Pero ya que estamos hablando de perdón, si el Estado colombiano tuvo el valor de aceptar sus equivocaciones y pedir perdón por acciones como la muerte de Manuel Cepeda Vargas, ¿no podría Iván hacer lo mismo y pedir a nombre de su fallecido padre perdón por las miles de muertes que propició? Porque si bien no se puede ignorar que fueron agentes del Estado quienes acabaron con la vida de Cepeda Vargas el 9 de agosto de 1994, tampoco podemos olvidar que Manuel Cepeda Vargas, miembro prominente de la Unión Patriótica y el Partido Comunista Colombiano, siempre fue simpatizante de las FARC y apoyaba la combinación de formas de lucha.
Mucho menos se puede olvidar que Cepeda Vargas, junto con Teófilo Forero y Miller Perdomo, lideró un movimiento interno en el PCC que sostenía contactos con Jacobo Arenas, el cual se denominó "La Chequita", en honor a las Checas (células de la URSS durante la era de Stalin para liquidar a sus enemigos o a quienes se consideraban traidores). Este grupo aplaudía el exterminio de opositores o de "blandengues" porque consideraban que la izquierda sólo podía llegar al poder mediante la fuerza, además de que propiciaron crímenes contra estas personas.
Entiendo el sufrimiento de Iván Cepeda al perder a su padre de esta manera, es un crimen que no tiene justificación de ningún tipo. Pero Iván no puede ignorar o desconocer el daño que su padre le hizo a la sociedad al apoyar un grupo criminal y al sostener que la violencia era un mecanismo válido para conseguir las metas trazadas, mucho menos ignorar que una célula de las FARC lleva el nombre de Manuel Cepeda Vargas y que aún comete crímenes en su nombre.
¿Será el Representante Cepeda capaz de dejar de guardar tanto rencor?