Con su reclamo de 3 meses por una educación pública de calidad piden cambiar modelo de la dictadura.
Recién trascurridas dos décadas de democracia se ha unido con ese fina.
Nunca antes tras el fin de la dictadura, en 1990, estudiantes, trabajadores y amas de casa habían unido su voz para exigir cambiar un modelo económico, político y social impuesto por Pinochet y que permanece casi inalterado, pese al regreso de la democracia.
Si bien ese modelo le dio a Chile años de fuerte crecimiento económico, también dejó una gran desigualdad entre ricos y pobres y un sistema electoral con dos grandes bloques políticos que excluye a las minorías. Esa segregación se repite en la educación, donde hay escuelas y universidades para ricos y pobres, configurando un apartheid educativo producto de las reformas privatizadoras instauradas por Pinochet.
"Esto desde hace mucho tiempo dejó de ser una protesta solamente estudiantil y refleja una acumulación de frustración y de alza de expectativas en la sociedad chilena, asociada no sólo al tema de una mejor educación sino al de endeudamiento y desigualdades en el país", señaló Claudio Fuentes, analista de la Universidad Diego Portales.
Desde hace tres meses, los estudiantes exigen refundar el sistema para asegurar educación gratuita y de calidad para todos.
Partidario de mantener el actual modelo que deja en manos privadas la mayor parte de la educación chilena, la popularidad del presidente Sebastián Piñera ha caído en picada, pasando en menos de un año de 63 por ciento al 26 actual.
El reclamo de los estudiantes, expresado en marchas que superaron las 100.000 personas, ha sido escuchado fundamentalmente por la clase media chilena, la más desprotegida de un modelo que además de la educación deja en manos privadas la salud, las pensiones y las grandes obras de infraestructura.
Es así como miles de personas de barrios acomodados reeditaron la protesta típica de la dictadura: hacer sonar cacerolas como forma de expresar descontento. Sin representación, en un escenario de descrédito generalizado del sistema político, a los jóvenes no les ha quedado más remedio que salir a las calles.