Respuesta: Volver a poner mallas en los estadios es retroceder Ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre. No podemos imponer la "seguridad democrática" en los estadios, a punta de plomo, gases y bolillo, pero tampoco podemos creer que estamos en Suecia o Islandia, donde nada va a pasar y dejar que los hinchas se autorregulen.
Lo de los estadios lleva un proceso que tiene un comienzo como todo en la vida. En el pasado se han hecho interesantes acercamientos con los líderes de las barras y éste es el momento para retomar estas conversaciones. Tienen derecho a participar de la fiesta pero son responsables de lo que hagan sus miembros.
Aquí debe funcionar la carnetización, que busque la identificación plena de sus miembros y sean ellos mismos los que identifiquen a los agresores, los pongan en cintura, los expulsen de la Barra y si es del caso los entreguen a la policía. Si no sucede esto, se restringe o impide el ingreso de la barra, aparte de las consecuencias penales y civiles (indeminizaciones) que se causen.
La policía debe continuar con el control del acceso al estadio fuera y dentro de él, donde se prevenga o se neutralice un posible desorden, identificando a los agresores (ya se ha avanzado en esto) utilizando ayudas tecnológicas. Un pie de fuerza apreciable que disuada a los lumpen.
La eliminación de las mallas debe comenzar con períodos de prueba, sin descartar volver a colocarlas, aparte de aplicar todo el rigor de la ley a los infractores y hacer énfasis en jornadas pedagógicas.
La zanahoria y el garrote en sus justas proporciones, así se avanza en la convivencia. |