Viajaban tres monjas en un avión y una dice: "En mi pueblo tenemos unas naranjas así de grandes." Y acompaña sus palabras con un gesto de las manos.
La otra dice: "Pues en mi pueblo tenemos unos plátanos así de largos." Y hace el gesto con las manos.
La otra monjita, que era sorda, dice: "¡Ya sé de que hablais! ¡De los cojones del padre Camilo!"