Triunfo oscuro
No fue un triunfo claro, a diferencia de los otros partidos en los que se ganó con suficiencia, incluyendo el jugado contra los surcoreanos que si bien, fue por la mínima diferencia, se administró la ventaja.
Con Costa Rica se ganó, es cierto, que al final es lo que importa, pero queda un saborcito amargo. Es como los estudiantes que pasan el año pero raspando y con un penalti dudoso. Queda la incertidumbre para el próximo partido.
Fragilidad en defensa
La defensa es el otro tema. Bonilla no tiene la culpa de los goles. Lo dejaron solo y fue fusilado por los ticos. La zaga se quedó estática arriba. No bajó en bloque como en otros partidos donde defendían ocho, incluyendo a veces a los hombres en punta. En el primer gol, el magnífico pase de profundidad cogió a la zaga colombiana mal parada, desatenta, pese a que se iba ganando.
Cuando el tico recibe el balón y parte hacia la portería, está solo, sin marca, y para completar, apenas un zaguero trata de impedir el desastre. Los otros dos están lejos. No había defensa escalonada y por eso, cuando el zaguero falla, no hay nadie que lo cubra y el tico entra sin problemas al área y fusila a Bonilla.
Pérdida de los balones
Mientras se tenga el balón se le están quitando oportunidades al rival de organizar su juego. Colombia lo tuvo en mayor porcentaje, pero no lo peleó cuando lo perdía. Algunas veces recuperaba cuando se hacia el bloqueo, pero se mostró pasivo con la pérdida.
Infortunadamente, Franco fue irregular. En los partidos pasados fue una muralla; en éste varias veces perdió el balón en el último cuarto y provocó situaciones de riesgo. Parece que lo único que importaba era irse arriba y anotar. Pagamos caro ese descuido.
Pelotazo
En varios pasajes del partido se jugó a lo que no se sabe, al pelotazo. Es cierto, los costarricenses plantaron en el campo una doble linea de cuatro, pero se debió hacer como con Corea, tocar el balón, con tranquilidad, en busca del espacio, para luego acelerar e irse arriba.
Pero no. En vista de la férrea defensa, caímos en su juego, balonazo, pérdida del balón y contraataques fulminantes, con Campbell, Ruiz y Golobio que le ganaron a la zaga colombiana el duelo en velocidad. Por fortuna, en varias ocasiones, la habilidad les quitó posibilidades, pero se sufrió mucho sin razón.
Faltas
Los ticos tienen jugadores hábiles. Al no poder controlar la pelota en el medio campo, se recurrió a la falta descalificadora como única forma de detener la habilidad rival, provocando no solo las tarjetas amarillas sino tiros libres que por fortuna no se concretaron, como el de Campbell que pegó en el palo.
Sin una defensa escalonada que taponara los espacios, especialmente las bandas, la zancadilla fue el único argumento. Se jugó al filo del reglamento y el árbitro le perdonó varias a Colombia que, incluso por doble tarjeta amarilla, hubiera generado la expulsión.
Manejo de los tiempos
Increíblemente, algo que sabe hacer el combinado nacional, esta vez lo ignoró. No jugó a su propio ritmo sino al de los ticos. Colombia entró con el acelerador puesto, quizás siguiendo el ejemplo de Ecuador que de entrada resolvió el partido contra Costa Rica, pero al no conseguirlo, se siguió igual.
Pero esta aceleración implicó subir las líneas y mantener a los laterales en constante proyección, dejando huecos inmensos atrás. A un contragolpe rápido de los ticos, se respondía igual, acelerando alocadamente. Se cayó en la trampa del rival que sólo esperaba eso, tener arriba a los colombianos para contragolpear y sí que lo saben hacer.
Cuando se metió el primer gol debió haberse hecho la pausa. Costa Rica no maneja tan bien los espacios ni el balón como Colombia. Ellos tenían la obligación de irse adelante en busca del empate, abriendo espacios que podían ser aprovechados por Muriel y Valencia listos a despegarse con velocidad con los oportunos pases de James y Ortega.
Para destacar
Ortega, como siempre, arreglando el caminado. Un pase suyo, fantástico, a su socio Muriel, letal como un bisturí, rasgó la zaga rival y provocó el gol. Igual el estupendo cobro de tiro de esquina de James Rodríguez y el cabezazo de Franco.
Un aplauso también para el cobro acertado del penalti. Sirvió la insistencia de Lara en los días previos para ensayar este tipo de disparos, aparte de la solvencia de James para cobrarlos.
Hay equipo y hay talento. También un entrenador que conoce su plantel y remedia sus errores, aunque cambios como la entrada de Calle que había sido efectiva en pasados partidos, no lo fue acá, pero esos son gajes del oficio.
Viene México, un rival complicado, defensivo a ultranza. Se tienen los medios para derrotarlo, empezando por la habilidad con el balón y el cambio de ritmo. Pero no se pueden volver a cometer estos errores.