Una novicia recién ingresada en un convento comienza por primera vez con los rituales matutinos. Siguiendo en fila a las otras hermanas, llega a la capilla donde se encontraba expuesto el Santísimo y observa que aquellas se inclinan diciendo:
"Yo me ofrezco".
Una tras otra:
"Yo me ofrezco".
Cuando llega su turno, la novicia se inclina diciendo:
"¡Yo meo calientito y espumoso!"