una velada con satán
como un buen anfitrión esperando a su invitado
velas negras le encendí para que se sintiera honrado
y cuando todo estuvo listo y en la hoguera el fuego ardía
apareció en siniestras nubes satán ¡ay, qué agonía…!
el arcángel rebelde el rey de las tinieblas
el que a la muerte mece entre sutiles nieblas.
a la mesa se sentó y maldijo el alimento
igual que al soberano, allá en el firmamento
que observa cuanto ocurre y juzga cuanto pasa
y decide quien sucumbe a su furtiva caza
miro y miro y destaco en los cubiertos oro
y dijo bienvenido a mi siniestro coro
y con ceño sorprendido y ojo sigiloso
en voz baja murmuro qué ser tan codicioso.
luego con sus garras tomó cuchillo y cuchara
y reservó el tridente a quien en fe trocara.
y con fe en si, de la mesa tomó el vino
y bebiendo con fervor a su pupila vino,
el llanto acumulado de siglos de tortura
de fuego y sufrimiento, espera y desventura.
y dijome con voz siniestra y estruendosa
dios no es quien creéis él es otra cosa.
él no es tan digno como el labio que te besa
ni el noble omnipotente al que el impío reza.
es sabio y poderoso y para el hombre soberano;
mas yo que lo conozco sé bien es un tirano
sediento de gloria, cantos y alabanza
y a quien su ley no sigue, lo pone en su balanza
y lo condena a sufrir en el obscuro infierno
donde la carne es débil y el gusano eterno.
es a él a quien el hombre rinde ofrenda y culto,
el mismo que me niega el anhelado indulto.
así que mira bien a quien vais a servir
el día esta cercano y debes decidir.
la batalla se aproxima muy pronto acabarán
su trono y su mandato, muy pronto cesarán
muy bien sé de qué está hecho
y sé por que camino al cielo subiré a reclamar mi techo.
edwin sioux