( q depra sos!!! entrar x q pensaste q se trataba de sexo!!!! )




Susana Parrado
Iba con su madre Eugenia en la fila izquierda de la cabina de pasajeros del accidente aéreo de los Andes, también conocido como Tragedia de los Andes, ocurrido el 13 de octubre de 1972.



La madre falleció en el impacto final, cuando el fuselaje se detuvo contra un banco de nieve. Susana quedó con heridas superficiales aunque Zerbino y Canessa (entonces estudiantes de medicina) sospechaban, con acierto, que tenía daños internos graves. A las pocas horas manifestó los síntomas de la gangrena en las piernas, debido a las temperaturas bajo cero grados celsius. Al tercer día su hermano Nando se hizo cargo de ella, alimentándola y masajeándole las piernas ennegrecidas. Aún así es poco lo que se pudo hacer por la joven. En medio de su delirio, así como solía llamar a su madre fallecida, también balbuceaba incoherencias y tarareaba canciones infantiles inglesas. Por su estado de semiinconciencia, le fue casi imposible saber a Nando si su hermana menor lo reconocía. Finalmente, tras varios días de agonía, falleció en los brazos de su hermano el 21 de octubre del mismo año, día en que el Servicio Aéreo de Rescate daba por terminada la búsqueda oficial del aeroplano perdido. La joven tenía 20 años.


El resto del grupo pudo sobrevivir durante 72 días y no morir por inanición gracias a la decisión grupal de alimentarse de la carne de sus compañeros muertos (práctica denominada antropofagia), quienes estaban enterrados en las afueras del fuselaje. No fue una decisión fácil de tomar, y en un principio algunos rechazaron hacerlo, si bien pronto se demostró que era la única esperanza de sobrevivir, muchas consideraciones pasaron por el tema religioso católico. Pronto se impuso la regla (o exigencia), de no utilizar como alimento a ningún familiar cercano, ni tampoco a algún fallecido de sexo femenino, como el caso de las dos mujeres Parrado.