A tumbos subió las escalas –casi no logra alcanzar el último peldaño-, se quitó el bolso de encima, se sacó la camisa, los zapatos y los pantalones, abrió la puerta del baño, se sentó en el inodoro y ciscó tan desesperadamente que recordó como el día anterior se había comido con tanto gusto esos frijoles, los cuales él era consciente le habrían de hacer daño.
Samuel Salazar Blandón.