Un día, al borracho del pueblo le da por entrar a misa cuando el cura está en lo mejor del sermón. Como el beodo entra haciendo escándalo, el sacerdote le reprende:
"¡Mira que por tu culpa ya perdí el hilo del sermón!"
Raudo, el temulento se levanta; cierra la puerta de la iglesia y grita:
"De aquí nadie sale hasta que no le devuelvan el hilo al cura".