Debe aferrarse al césped para no despegar de la tierra.
El trabajo interfiere con la bebida.
El médico encuentra rastros de sangre en tu torrente alcohólico.
24 horas en un día, 24 cervezas en la nevera... ¿Coincidencia?
Dos manos y una sola boca... Ése es el problema de la bebida.
Puedes enfocar mejor con un ojo cerrado.
Cada mujer que conoces tiene una hermana gemela.
Acostado en el piso te caes.
Cada día que pasa le cuesta más al vaso encontrar tu boca.
Las decisiones del gobierno comienzan a tener sentido.
Tu único problema con la bebida es no tener un trago en ese momento.
Cada noche que pasa comienzas a encontrar más atractivo al gato de tu vecino.
Te despiertas desnudo en el último asiento de un ómnibus.
Los malditos elefantes rosas te siguen a tu casa.
El güisqui ya no surte efecto.
Te encuentras a bordo de un barco rumbo al África y lo último que recuerdas es que estabas tomando unas cervezas en el bar de la cuadra.
¿Por qué todos piensan que tengo un problema con la bebida?
Te despiertas solo en tu cama preguntándote por qué se habrá ido Pamela Anderson.
Conclusión:
El que bebe se emborracha.
El que se emborracha duerme.
El que duerme no peca.
El que no peca va al Cielo.
Y puesto que al cielo vamos... ¡BEBAMOS!