Sí. Apareció el cabo Edgar Villamizar Espinel y, antes de hablar con nosotros, aseguró con la resignación de quien conoce cómo actúa la mafia : “Una vez que yo hable, la Fiscalía General de la Nación me va a asesinar…”
Lo dijimos en todos los tonos y colores: Aquí hay una mano negra, un Cartel de la Toga que está montando procesos contra los militares, prevaricando y delinquiendo valiéndose de unas instituciones sagradas a las cuales estos infames están mancillando.
Periodismo Sin Fronteras encontró al cabo Edgar Villamizar Espinel, el único testigo que le quedó a la Fiscalía después de los otros fueron desvirtuados y se demostrara que sus testimonios eran comprobadamente falsos.
Para refrescar la memoria a nuestros lectores, el testimonio con el cual se condenó al coronel Plazas Vega de por vida, es una declaración escrita en cuatro páginas, sin fecha, sin membrete de la Fiscalía, con un estilo que evidencia su factura por parte de un abogado, y no de un testigo que se presenta a declarar voluntariamente.
En esta “declaración” una persona que dice llamarse Edgar Villarreal, cabo del ejército y ex funcionario del CTI de la Fiscalía, narra hechos inverosímiles. Dice este “Villarreal” en su testimonio, que él se encontraba en Granada, Meta en el momento de la sangrienta toma del Palacio de Justicia (planeada, entre otros, por Gustavo Petro, hoy candidato a la Alcaldía de Bogotá). Cuenta también “Villarreal”, que de inmediato lo subieron a un helicóptero que para la época no existía en el país, junto a otros militares, y los trajeron a Bogotá en un viaje a velocidades fantásticas. Dice también que llegó al Palacio de Justicia, combatió, escuchó personalmente a Plazas Vega ordenar “colgar a esos hps” (refiriéndose a los “desaparecidos”) mientras comía empanadas en un tienda por departamentos cercana al Palacio de Justicia, y que luego se fue a dormir mientras Plazas y el resto de militares seguían en combate con la narcoguerrilla del M-19 (ver el fabuloso relato en:
http://www.periodismosinfronteras.co...un-chiste.html )
Aunque la declaración no tiene membrete de la Fiscalía, y fue tomada a espaldas de la defensa del Coronel Plazas Vega, allí la rubrican la Fiscal Ángela María Buitrago Ruiz, el Agente Especial del Ministerio Público, Henry Bustos Alba; el investigador Efrén González; el Fiscal Auxiliar José Darío Cediel Serrano; Pablo E. Vásquez H., investigador; y, por supuesto, el testigo estrella: Edgar Villarreal. Todos prevaricadores.
Las sorpresas empiezan a aparecer aquí. Este Edgar Villarreal firma con el número de cédula 13.452.278, de Cúcuta y narra los hechos mencionados, agregando que escuchó los gritos desgarradores de los “desaparecidos” del Palacio mientras estaban siendo torturados por Plazas Vega y otros militares. Resulta que ese número de cédula no corresponde a ningún Edgar Villarreal, sino a Edgar Villamizar Espinel.
Edgar Villamizar Espinel. Suplantado por la Fiscalía General de la Nación para condenar a Plazas Vega, Arias Cabrales y el gral Ramírez
Al investigar, se encontró que efectivamente un Edgar Villamizar Espinel estuvo en Granada y que ciertos datos de su declaración, como trayectoria y amigos mencionados, sí cuadran con los datos de Edgar Villamizar Espinel.
Al preguntársele a la Fiscal Buitrago y a la juez Jara por esta abominación, ellas dijeron que había sido un pequeño error de transcripción, pero que el testigo efectivamente se llamaba Edgar Villamizar Espinel, y no “Edgar Villarreal” como aparecía ‘erróneamente’ en la declaración.
Entonces, la Fiscal anexó la “corrección” al proceso e incluyó la hoja de vida del cabo Edgar Villamizar Espinel. Luego, dijo que el cabo Villamizar se negaba a asistir a las múltiples citaciones hechas por la Fiscalía, aduciendo temor por su vida. Y asunto arreglado.
O al menos, eso creyeron ellas.
Encontramos que la firma de quien rubricaba como “Edgar Villarreal” no tenía los rasgos grafológicos de Edgar Villamizar Espinel. Así que nos dimos a la tarea de buscarlo.
Con las hipótesis de que, o bien Villamizar Espinel era un pillo redomado que había recibido dinero a cambio de ofrecer sus datos y proveer de su número de cédula para que alguien firmara por él; o bien tenía un pecado escondido por el cual estaba siendo extorsionado para que no se presentara a declarar, empezamos la búsqueda.
Efectivamente, encontramos que antes de 1991 aparecía en la Fiscalía su nombre con su número de cédula con un dato: “Sospechoso de homicidio”.
Presumiendo su peligrosidad, pero deseosos de conocer la verdad, lo encontramos en un lugar recóndito de Colombia a donde llegamos no sin cierta dificultad.
Por supuesto, Edgar Villamizar Espinel me recibió con cierta prevención, debido en gran parte al escrito satírico que yo había publicado sobre su testimonio.
Y aquí empezaron a conocerse las verdades.