Tema: Mi tia y yo
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`comenzó a sudarme las manos, temblarme las piernas, nervioso, miraba para todos lados como solicitando ayuda, ella, al intuir mi dificultad, me aprehendió fuertemente que espachurró sus tetas contra mi pecho empeorando mi situación, ¡esto no puede continuar así!!, ¡tengo que tranquilizarme, me repetí.
respirando profundamente intenté recuperar la serenidad, lo estaba consiguiendo, cuando… ¡terminó la música!!, ¡maldición!!, ¡no puede ser!!, requinté a los mil demonios… ¡precisamente cuando mi timidez era casi un recuerdo!, nuevamente comenzó a sonar la orquesta, mi tía me cogió del brazo,
- sigue bailando.
- ¡uf!, que alivio, esta vez me encargo yo – pensé.
aprisioné firmemente su cuerpo al mío que percibí su acelerada respiración y un ligero temblor en sus manos, circunstancia que me ayudó a ganar confianza, gradualmente me fui soltando hasta proponerme, ella colaboró dejandose conducir dócilmente, a estas alturas, había tomado control, la alejaba, la acercaba, a penas podía y lo permitía, restregaba mi pierna entre las suyas estimulando a mi “latiente animal” que no tardó en abultarse presionando mas allá del pantalón, me sonrojé por ello, pero igual seguí adelante asegurándome que no quedara un solo milímetro de espacio entre nosotros, ella, al final rendida a mi entereza se reclinó apaciblemente entre mis brazos dejando escapar un suspiro profundo.
estaba viviendo un momento mágico, no era el tipo de música que prefería pero bailaba y la conducía estupendamente,o eso pensaba(?), parecía que el tiempo se había detenido… ¡no, no fue así!, ¡la música había concluido!!.
dejó caer sus brazos, nos apartamos lentamente tomados aún de las manos y mirándome fijamente a los ojos me dijo,
- continuamos mas tarde, ¿si? – moví la cabeza afirmativamente, apretó mis manos y se alejó.
deseaba bailar nuevamente con ella y revivir aquel fabuloso momento, me deshice de mi prima con la intención de mostrarme en exclusiva para mi tía, pero ella, pareció ignorar mi disponibilidad, si anteriormente me había regalado cualquier discreta mirada, después de aquellas dos “fantásticas” piezas recibí solo indiferencia, la espera comenzaba a desesperarme, la impotencia me estaba masacrando, la idea de tenerla de nuevo junto a mi se esfumaba perdiendo cualquier residuo de esperanza que al parecer no quedaba, en efecto, las manecillas doradas del reloj de pared color caramelo marcaron las dos y media de la madrugada, mi tía, con la clara intención de marcharse comenzó a recoger sus cosas, después de un prolongado giro de abrazos y besos se acercó a mi madre que se hallaba a canto mío y al despedirse le expresó,
- ¿podrá “papi” (así me llamaban en familia) acompañarme a casa?, ¡es tarde!.
me rehusé a darle crédito a mis oídos, ¿¡que dijo!?, ¿oí bien?, repetí en mi interior tratando de hacerme el desentendido, mi madre ratificó súbito aquella inesperada convocación,
- ¿puedes acompañar a tu tía?
entre emoción, nerviosismo o cocktail de ambos respondí tratando de disimular mi euforia.
- ¡claro!, ¿por que no?
- ¡vamos!, ¡apúrate!! – ordenó mi tía.
sus palabras me hicieron saltar como un resorte, tomamos un taxi y nos encaminamos rumbo al negocio, en el recorrido, sumergido en el mutismo por mas que procuraba no lograba asimilar la idea de pasar el resto de la noche junto a ella, mi exuberante felicidad a través de mis poros habían encontrado vía de fuga, al poco rato interrumpió aquel regocijo interior.
- ¿estas bien?
- si, todo bien.
- te siento caliente, ¿has bebido? – acaricio mi frente.
- si, un poco – un escozor envolvió mi cuerpo.
- ¡estas hecho un hombre!, ¿sigues yendo al gimnasio?
- si, dos veces por semana.
- ¿es cierto que tienes enamorada?
- si, pero…
- ¿ estas enamorado?
- no – dije tajantemente.
- creo que te incomodé, prometo no tocar este tema.
el taxista interrumpió el diálogo,
- ¡¡llegamos!! – dirigiéndose a mi,
- son dieciocho soles.
- ¡pago yo! – se adelanto mi tía,
- cóbrese y quédese con el resto.
agradeció el fulano y bajamos del vehículo, a penas dimos “cuatro” pasos, escuchamos gritar al taxista,
- ¡provecho jugador!, ¡gallina vieja da buen caldo!!
mi tía,
- ¡desgraciado, que te habrás creído! – respondió a nadie, el individuo entre carcajadas y el rechinar de los neumáticos había partido.
ingresamos al establecimiento y controlamos “al ojo” la situación, la aparente normalidad nos invitó a pasar a la habitación la cual conocía perfectamente, no era muy amplia, se encontraba discretamente amoblada con una cómoda de cuatro cajones sobrepuesta por un espejo ovalado de regular tamaño, una mesa redonda con dos sillas trabajadas a mano, una confortable cama de dos plazas y al costado de ésta un velador con su respectiva lámpara, la particularidad de todo, presumo, era el cuadro que pendía en la pared adyacente a la entrada, se trataba del autorretrato de víctor humareda que ella me había regalado, al fondo de la habitación una puerta conducía al pequeño cuarto.
mi tía cogió una toalla.
- me voy a dar una ducha, si prefieres puedes ir acostándote.
ingresó al baño dejando la puerta recostada, después de algunos minutos, cuando el rumor de la regadera terminó por inundar el ambiente, me acerqué sigilosamente para dar una ojeada, gracias al espejo que se hallaba frente a la ducha vi como el agua bañaba su cuerpo,
- ¡que mujer! – exclamé a mis adentros.
inició a enjabonar su cuello, sus hombros, bajó lentamente a sus prominentes tetas a las que dedicó interminables minutos jugueteando con sus pezones oscuros que despuntaban entre la espuma, continuó a descender aquel envidiado jabón por su vientre, su frondoso monte de venus, al insistir sobre este, concentró tal cantidad de espuma que provocó el desprendimiento de pompas de jabón que al colisionar con el agua explosionaron subliminalmente, no demoró en tocar su sexo, pasó y repasó sus enjabonados dedos por aquella quebrada oscura mientras cerraba los ojos, entreabría la boca y pasaba lujuriosamente su lengua por entre sus labios mojados… ¡¡que cuadro!!
esta espectacular secuencia catapultó mi excitación al máximo, mi pantalón dio a parar al suelo, mi fiel compañero ostentando su mejor forma se presentó rígido, grueso, sus venas circundantes parecían gusanos de tierra a punto de reventar, de su palpitante cúpula carnosa no cesaba de borbotar el líquido pre-seminal.
entusiasmado inicié a masajearlo alcanzando el vértice del extasis en tiempo récord, continué en la brega, inspirado en aquella deliciosa escena hasta que el agua dejó de escurrir, descompuesto, con el pantalón entre los tobillos me alejé casi tropezando, tras una pausa silenciosa me pidió que le alcanzara su bata, cogí dicha prenda y me dispuse a ingresar, dos toques he irrumpí… ¡¡¡quedé petrificado!!!.
de espaldas a la puerta, inclinada hacia adelante, secaba entretenidamente sus piernas con uno de los extremos de la tela felpuda que no alcanzaba a cubrir su medio cuerpo, sin saber, me estaba ofrendando la extraordinaria visual de su colosal trasero, así como de su abertura rosácea coronada por una abundante mata de vellos color azabache… ¡que panorama!!, indiferente a mi presencia, con esa paciencia que impacienta terminó con lo que venía haciendo, se ergio despreocupada, giró hacia mí y esbozando una sonrisa alargó los brazos para recibir su salida de baño,
- ¿te vas a ocupar? – me preguntó.
- si, quiero orinar – respondí sin titubeos, la verdad no tenía ganas, solo quería permanecer para continuar observando,
- hazlo, no tengas vergüenza, ¿soy tu tía no?, imagínate, te conozco hace bastante, ¿recuerdas cuando nos bañábamos juntos?
- si, si – respondí desinteresándome de este intrascendente.
desabroche la bragueta del pantalón, tiré fuera a mi “herramienta” que había recuperado su máxima expresión y en el simulado intento de miccionar advertí que no me quitaba la mirada de encima, es mas, no contenta con la panorámica al cambiar de posición dirigió descaradamente su mirada verso mi parte sobresaliente, no me incomodé, al contrario me esforcé en brindarle la facilidad del caso, al rato,
- me voy, te dejo en privacidad.
anudó la cinta de su bata y salió desentendiéndose de sus prendas tiradas por el piso, a penas juntó la puerta, me apoderé de la tanga con el ávido deseo de fisgonear la parte central, el siguiente paso, no alcance a evitar, una esnifada profunda acarreó a lo mas recóndito de mis pulmones profusos olores a orina y a otros desconocidos agentes, ansioso, como perro enfurecido, mordisqueé y lamí aquel pedazo de tela tratando de adivinar el sabor de sus residuos, pasado cualquier minuto, desistí por temor a ser sorprendido en esta reprobable situación… ¡ se me ocurrió una idea!,
- ¿tía, me puedo bañar? – del otro lado respondió,
- claro, estas en tu casa.
mi ropa dio a parar a uno y otro lado, a fin de desviar su atención abrí la llave de la ducha y me acomodé sobre la taza, mi mano derecha atiborrado de escupitajos comenzó ******osamente a frotar a mi ******o, mientras la izquierda, con inusual destreza condujo la diminuta prenda hacia mi nariz permitiendo extasiarme de sus emanaciones, el paraíso ( o su similar), entre estallidos múltiples, policromas amebas, colores velados y resonancias extrañas precedió el advenimiento, la última frotada y un brutal espasmo sacudió mi cuerpo,
- ¡ufff!, ¡¡oooh!!, ¡¡mierdaaa!! – “x” porciones de semen salieron disparados, la mayor parte dio a parar sobre la tanga negra, el resto se escurrió por entre mis dedos… (¡¡que descarga!!).
abandoné a la inspiración de mi “venida” (tanga) he ingresé a la ducha, en un santiamén estaba listo, a penas cerré la llave, mi tía detrás de la puerta preguntó,
- ¿te paso una toalla?
- si, gracias.
ingreso al instante sin permitirme cubrir la totalidad de mi abultada “verg…uenza”, ruborizado por el imprevisto, sobre todo por lo acontecido precedentemente recibí la toalla y dándole la espalda comencé a secar mi cuerpo, cuando…
- ¡oh no!, ¡olvidé esto aquí!
media vuelta y… mi tía se disponía a recoger sus prendas del pavimento, diablos!!, se va a dar cuenta que estropeé su tanga!!, susurré entre dientes, despavorido envolví mi medio cuerpo, cogí mi ropa como pude y salí “volando”, al poco rato, apareció con la “prueba de mi delito” entre sus dedos, al dejarla caer sobre la silla comentó,
- mañana las lavo, ¿qué esperas para acostarte?
- si, en seguida – respondí todavía preocupado.
- ¡ah!, quería anticiparte, si como estoy acostumbrada a dormir sola, por lo mismo a ocupar casi todo el espacio, me disculpo por anticipado si por este u otro motivo te incomodo.
- no hay problema.
- buenas noches – y apagó la luz.

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Última edición por ! Master !; 27-05-2011 a las 11:48:07 Razón: Se edita contenido ya que contiene palabras no permitidas en el foro.
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