Gustavo Cerati aún no logra salir del estado de coma en el que se encuentra desde la complicación cerebrovascular que sufrió hace un año, en Caracas. A la luz de los hechos, la carrera del músico argentino cobra una nueva dimensión. Quizá perdimos más de lo que pensábamos.

1 SUEÑO STEREO
Los años 80 marcaron el despegue del rock en español. Si tuviéramos que sintetizar lo ocurrido no podríamos dejar de mencionar la estilizada actitud de la movida española, los primeros discos de Charly García, Virus y, por supuesto, Soda Stereo. Si bien las primeras canciones de Soda poseían un espíritu de uso rápido, casi descartable, su tercer disco, “Signos”, ofreció una densidad musical inédita en el rock latinoamericano. Hacia el final de su carrera, el trío ya había alcanzado una madurez innegable que abrió trochas estilísticas que no pocos músicos hispanohablantes transitan hoy en día.

2 FUERA DE SODA
Cerati también realizó proyectos en colaboración con otros músicos que incluyen a Andy Summers y Roger Waters. En Latinoamérica su colaboración más conocida es el que realizó junto con Daniel Melero: el álbum “Colores santos”, donde el dúo experimentó con un sonido cercano al de la música electrónica.

3
GENIO Y FIGURA
Como parte de Soda Stereo, proyectos en colaboración o en solitario, Cerati fue una inspiración para aquellos músicos que siguen sus propias pulsiones creativas sin temor a ser descartados por el gran público. Ya lo dijo Bono en un concierto que U2 hizo hace unos meses en la ciudad de Buenos Aires: “No olviden a Gustavo Cerati”. Difícil creer que podríamos llegar a hacerlo.

SEMBLANZA
Una conversación en el recuerdo
Lo entrevisté en su estudio, en Buenos Aires, el 15 de abril del 2010, días antes de que viajara a Lima a presentar su último disco, sin imaginar que la palabra último cobraría un sentido tan definitivo. “La ansiedad nos lleva a pensar en cuál es nuestro destino, pero mientras no lo sepa, sigo yendo. Fuerza Natural tiene un trayecto como leitmotiv, pero no tiene idea de final, porque uno simplemente sigue marchando. No tengo idea de hacia dónde voy”.

Cerati ocultaba sus ojeras de medio siglo tras unos Ray-Ban, pero sonaba como un sabio adolescente: “Es raro cumplir 50 años. Uno debe empezar a preocuparse, a pensar en la próstata. No siento una gran diferencia, pero sé que la hay. El cuerpo empieza a pedirte cosas, es como si te bajaran un cambio. Energéticamente me siento perfecto y, creativamente, ya no me tomo las cosas tan a pecho. No pienso demasiado en mi edad”.

Yo tampoco pensé en su edad ni en su destino cuando no fui a su concierto. Tendré que quedarme con el privilegio de haberlo visto saltar de una idea a otra y regresar a la primera como en un meticuloso paseo por las ramas de un árbol. Aunque hubiera preferido el privilegio de cantar con él a los lejos, sabiendo que un día cogí su cintura, repleta de juventud a sus 50 años.

Y eso nunca lo tendré.
ALEJANDRA COSTA. Periodista