El presidente Barack Obama tiene oro en sus manos: el testamento que dejó el terrorista Osama Bin Laden. Obama tendrá que distribuir algunos gramos de ese oro para suavizar las numerosas fallas de la operación que culminó con la eliminación física de Bin Laden.
El testamento está en manos del National Counterterrorism Center y de la National Securit Agency.
En la memoria de la computadora embargada en su dormitorio, Bin Laden había guardado la lista de los operadores de la red Al Qaeda. Hay instrucciones sobre cómo debe realizarse la comunicación entre ellos y Al Qaeda central después de la muerte del propio Bin Laden.
Aún más: en ese testamento están descritos los planes de la organización y las prioridades de ejecución.
El sucesor de Osama está nombrado en el citado documento. También están definidos los grados jerárquicos posteriores a la muerte de Bin Laden y aparecen los nombres de quiénes deberán ocupar esos puestos.
Al Qaeda, según el testamento, continuará con su forma piramidal. Es decir, un hombre en la cúpula del gobierno: el monarca del terror. Bin Laden también deja en el testamento instrucciones sobre cómo proceder con las llamadas "células adormecidas" en EE.UU. y Europa.
El documento revela la localización de esas “células adormecidas” y la identificación por seudónimo de sus responsables. Contiene también recomendaciones específicas para los grupos terroristas de Medio Oriente y del Golfo Pérsico, además de orientaciones generales para los que usan la marca Al Qaeda y la red de fanáticos anónimos conectados a las redes telemáticas de Al Qaeda. Todo ello, se indica, para después de la muerte de Osama.
El testamento menciona que hay agentes de terror en centros urbanos, que llevan vidas que no despiertan sospechas, pero que están listos para una acción terrorista. Ese tesoro de informaciones precipitará seguramente acciones represivas en varias partes del planeta, lo que significará un fuerte golpe a la red. Agentes de la CIA intentan bloquear o demorar lo máximo posible un esperado mensaje sobre la muerte de Bin Laden; un mensaje emanado del vértice de la pirámide y probablemente de cuño de Ayman al Zawahihi, el médico egipcio que ocupaba el segundo puesto en la jerarquía del terror fundamentalista