De los tios que conocí por internet, del que os voy a hablar es el más especial. No sé por qué pero es el que más recuerdo especialmente. Aún chateamos por el messenger.
Lo conocí en el chat de terra también. Poco a poco fuimos cogiendo confianza (siempre hablábamos de sexo) hasta que comenzamos a hacer cybersexo. Desde el primer momento me di cuenta del superpollón que tenía aquel jovenzuelo (en directo me quedé perplejo). Realmente resulta sorprendente ver a un chaval superdelgado con tan enorme poya.
Pues lo dicho, además de su enorme verga, este chico es un ser adorable, buen amigo, confidente, etc.
Mi novia no es que viaje con frecuencia pero por lo menos una vez al año por trabajo ha de viajar. Coincidió que en uno de esos viajes este chico pudo quedar conmigo. Quedamos, charlamos un poco en la calle (supongo que para relajarnos) y casi al unísono decidimos ir para mi casa.
Nos sentamos en el sofá, y como siempre me da meadilla cuando me pongo nervioso, fui al baño. Al regresar la segunda vez del baño, se levantó y me dijo ¡no te abroches!, refiriéndose al pantalón. Me sacó la poya y me la comió unos minutos (cómo la chupa el cabronazo). En seguida le pedí la suya, cuando se desabrochó y se la sacó aún sin empalmar, uff, me quedé impresionado. En seguida me arrodillé y comencé a chuparle aquel superpollón. Riquísima que estaba. Nos la chupamos reiteradamente el uno al otro hasta que le dije si quería cogerme. Me dijo que si yo quería sí. Fui al baño a buscar un poco de crema hidratante y le embardurné su poya. Deciros que me costó mucho para que entrara. Finalmente con mucho esfuerzo entró, así que comenzó a metérmela. A los 10 minutos aproximadamente le pedí que se corriera que no podía más. Obediente, así lo hizo. Sentir su chingada por mi espalda ha sido una de las sensaciones más placenteras de mi vida.