Jaimito va al comedor donde sus padres están charlando con una visita y dice gritando:
"¡Mamá, quiero hacer caca!"
La madre, apenadísima, se lo lleva al cuarto de baño y le dice: "Mira, Jaimito, la próxima vez que quieras hacer caca, di que quieres silbar, de acuerdo?"
"Sí, mamá..."
Esa misma noche, Jaimito se levanta y va al dormitorio de sus padres, que están dormidos.
Tras achuchar un poco a la madre, le dice: "Mamá, mamaá, que quiero silbar..."
Y la madre, todavía sin despertarse del todo, le contesta:
"Bueno, pues sílbale a tu padre en la oreja..."