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Antiguo 16-04-2011 , 23:50:44   #2
freeyon
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Predeterminado Respuesta: ¿Líder regional?



En solo ocho meses, Santos y su canciller le han dado un giro a la política exterior y este alto perfil pretende sin lugar a dudas un proyecto de liderazgo regional. Hoy día Colombia preside el Consejo de Seguridad de la ONU, la excanciller Mejía encabeza Unasur y la próxima cumbre de las Américas se llevará a cabo en Cartagena, a principios del año que viene. La Cancillería ha intensificado esfuerzos para ingresar a la OECD -el "club de buenas prácticas" de los países más desarrollados- y al APEC, principal foro del Asia-Pacífico.

La mayor visibilidad internacional de Colombia también se refuerza por el contraste con el deterioro que se ha producido en la región. En los Andes, una zona asociada con inestabilidad, el país brilla por sus diferencias con los vecinos. El dinero y la diplomacia vuelan hacia los destinos en los que perciben que hay fortaleza institucional y cumplimiento de las reglas del juego, y en esas materias Colombia tiene mejores credenciales que Venezuela, Ecuador y Bolivia. Y el Perú, el consentido de la inversión extranjera en los últimos años, ahora está abocado al escenario incierto de "una elección entre populistas", como la definió The Economist en su último número: Ollanta Humala y Keiko Fujimori hicieron sus campañas, precisamente, contra el modelo económico. Colombia es, hoy por hoy, el socio más confiable entre los países andinos, tanto para las cancillerías como para los empresarios de otras latitudes.
En el resto del continente, los países que tradicionalmente han sido más activos en las relaciones internacionales están en momentos de repliegue temporal. La nueva presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aún no ha demostrado que tiene las mismas condiciones de rock star de la diplomacia que convirtieron a Lula da Silva en un personaje mundial. Más bien, parece más enfocada en asuntos internos como la lucha contra la pobreza y en el plano externo ha dejado claro que no continuará algunas de las audacias de su antecesor, como el acercamiento con Irán. El otro peso pesado de la diplomacia continental, el México de la segunda mitad del siglo XX, está concentrado en una dura cruzada frente a los carteles de la droga que limita su protagonismo externo y que tiene a su presidente, Felipe Calderón, contra las cuerdas.

Detrás de los grandes, en el paquete del medio, tampoco hay países empeñados en grandes proyectos diplomáticos. Chávez, un hombre muy carismático pero ya percibido como radical y anacrónico, está ad portas de la más dura de las campañas electorales que ha enfrentado en sus 11 años de gobierno, en medio de una profunda crisis económica: Venezuela es el país de menor crecimiento y mayor inflación del continente. Argentina está en el dilema de si continúa o no la era Kirchner en manos de su viuda, Cristina. Y el Chile de Sebastián Piñera, después de un cuarto de hora estelar con un manejo impecable del episodio de los mineros, parece haber regresado a la diplomacia tranquila e insular, mucho más económica que política, que su sociedad valora.

Santos ha dado muestras de que le interesa llenar el vacío de liderazgo que se percibe en el continente. Escogió a una canciller con trayectoria y experta, María Ángela Holguín, que ni siquiera estuvo de su lado en la campaña electoral. En sus primeros meses como presidente, sin esperar siquiera a la posesión, le ha dedicado más tiempo que cualquiera de sus antecesores al tema internacional, que le encanta y domina. Estudió en Estados Unidos, vivió en Europa, y se ha movido como pez en el agua en universidades, think tanks y cancillerías de todos los continentes. Su destreza en estos escenarios es tan notoria que en el breve encuentro reciente con Barack Obama en la Casa Blanca este último le dijo en broma: "Usted habla mejor inglés que yo".

Las ambiciones de Santos en materia diplomática están respaldadas por los vientos a favor que empujan la economía colombiana, si se le compara con la del resto del continente. Según las últimas cifras disponibles, Colombia tiene la quinta economía de acuerdo con el tamaño de su PIB, la tercera población y la segunda tasa de crecimiento de la inversión extranjera. Las apuestas le apuntan a una bonanza minera que se hará sentir en los próximos años. Estas realidades han sido registradas por los bancos, que incluyen a Colombia en el grupo de los atractivos países Civets -Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Tailandia y Sudáfrica- y por firmas calificadoras que le han regresado el famoso grado de inversión. En este panorama, el viejo anhelo de los colombianos de sacarle provecho a su privilegiada posición geográfica -en todo el centro del continente y con acceso a los dos océanos- podría estar más cerca que antes.

Los cambios en el discurso de presentación de Colombia ante el resto del mundo también han sido bienvenidos. Santos asumió una posición esencialmente pragmática y de real politik en el lugar que ocupó el dogmatismo ideológico de la era Uribe. No divide a sus interlocutores externos entre amigos y enemigos, y se enfoca más en el análisis de los intereses que están en juego. Si Álvaro Uribe se concentró en la búsqueda de aliados para la seguridad democrática y Andrés Pastrana en reunir apoyos para el proceso de paz, la 'doctrina Santos' le apunta a dejar atrás el discurso sobre los problemas tradicionales de Colombia y mostrar las posibilidades de cooperación con otros países. El ejemplo del proyecto con Haití es elocuente, pero también hay aportes en experiencia y entrenamiento a gobiernos, como el de México, que vive momentos tan angustiosos como los que padeció Colombia en el punto más alto de la guerra contra los carteles y contra la guerrilla. A lo anterior se suma que la agenda del actual gobierno, que tiene como prioridad las políticas de reparación a las víctimas y la del retorno de las tierras a los campesinos despojados por los grupos violentos, generan admiración y simpatía en la comunidad internacional.

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las mentes brillantes tienen los demonios mas persuasivos
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