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Antiguo 21-03-2011 , 07:37:20   #2
MasterGX
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Predeterminado Respuesta: ¿Apocalipsis ya?

Continuación...

Tragedias en vivo y en directo

Hoy existe la percepción de que los desastres son más fuertes y devastadores. Esta idea se explica por dos circunstancias. La primera es que los medios de comunicación, gracias a tecnologías satelitales y a la rapidez del flujo de información, han contribuido a que el mundo sea testigo casi presencial de lo que pasa en cualquier punto. En el pasado, las catástrofes eran hechos locales, sin transmisiones en vivo y en directo.

Así mismo, las imágenes tiene un gran poder y con ellas se tiende a magnificar el evento. "La gente no recuerda con la misma fuerza los atentados de Madrid y Londres, pero nunca olvidará las escenas de los aviones chocando en Nueva York", dice Omar Rincón, especialista en medios. A esto se suman Internet, las redes sociales y los reporteros ciudadanos, que graban imágenes que los medios utilizan para informar "sin dar contexto ni análisis", agrega Rincón. Como explicó a SEMANA Olga Restrepo, socióloga de la Universidad Nacional, la proliferación de los medios masivos "contribuye a que la gente crea que pasan muchas cosas al mismo tiempo y que todas se relacionan".

Por otro lado, la visión de que los desastres naturales hoy son más violentos tiene que ver con el aumento de las zonas urbanizadas, lo que, por otra parte, muestra la enorme desigualdad que existe en el mundo. Que el desastre de 1923 en Japón, cuando la densidad de población era mucho menor, haya causado tantas muertes habla no solo de la intensidad del hecho, sino de que existían menos sistemas de prevención. "La frecuencia de catástrofes naturales no ha variado, pero si uno mira los registros de los últimos cien años, se llega a la conclusión de que en los países desarrollados cada vez hay menos víctimas", dijo a SEMANA Martin Voss, del Instituto de Investigación de Catástrofes de la Universidad Christian Albrecht, en Alemania. Pero lo contrario sucede en zonas más vulnerables o que han tomado menos precauciones, como Haití. Para Voss, esto es algo preocupante e indica que todavía hay que mejorar las medidas de protección en el mundo entero.

Anatomía del miedo

Los expertos creen además que la tendencia a tener pensamientos apocalípticos ha aumentado debido a que las calamidades de hoy son más complejas. "Esto quiere decir que ya no solo hay catástrofes naturales, sino también tecnológicas", dice Voss. Lo que ocurrió en Japón con la ola descomunal es que además inhabilitó varias plantas de energía nuclear, que hoy amenazan a los sobrevivientes. "Con el avance de la tecnología, aumenta la creencia de que el potencial autodestructivo del ser humano crece", señala. Según el psiquiatra José Posada, algunas personas reflejan sus problemas personales de depresión, baja autoestima y enfermedades mentales en estos sucesos. Adicionalmente, las ideas fatalistas toman fuerza en un contexto abonado por situaciones reales, como las dificultades sociales y políticas. "En medio de esta histeria colectiva, el pánico se transmite fácilmente", señala Posada. Pero el discurso del miedo también ha hecho carrera y, según Omar Rincón, hoy se usa como arma política y de control.

Lo cierto es que el ser humano siempre ha estado obsesionado con el final. "Para los cristianos es natural que el mundo algún día tendrá un fin", dice Kunze. En diferente épocas se han manifestado más que en otras, como sucedió en la Edad Media y más recientemente con el cambio de milenio. Con la pérdida de la religiosidad consecuencia de la era industrial, se perdió el concepto de redención tras el juicio final. "El temor hoy es doble, porque no solo se acaba el mundo, sino que después no hay nada más", agrega el experto alemán.

El psicólogo Jesse Bering, autor del libro The Belief Instinct, hizo un experimento con niños para saber por qué los humanos asocian los desastres naturales con visiones milenaristas. La primera sorpresa fue encontrar que para hacer este tipo de asociaciones se necesita un cerebro maduro. Pero curiosamente también halló que esta capacidad no es innata, sino que se adquiere durante la socialización del individuo, lo que supone que es un evento aprendido y cultural.

Para el ambientalista Gustavo Wilches Chaux, la gente confunde conceptos. "Un fenómeno natural no puede ser catalogado como desastre. El desastre es la consecuencia de vivir en una zona de riesgo", dice. En ese sentido, en lugar de culpar a Dios y a la naturaleza, hay que entender que ha sido el hombre quien ha creado las condiciones para verse afectado. Por eso, más que pronosticar el fin del mundo, lo que se debería hacer es buscar soluciones para reducir la vulnerabilidad, crear fuentes de energía que no generen tanto riesgo y vivir en armonía con la naturaleza. En ese sentido, la tragedia de Japón representa, según Kunze, una catástrofe total, porque no solo se trata de un desastre natural, sino tecnológico. "Por eso es apenas comprensible que los apocalípticos hayan vuelto a salir a las calles a pregonar el fin del mundo". Y como dice Yuri Gómez, sociólogo y experto en Ciencia de la Universidad Nacional, ante la pregunta de si el mundo se va a acabar: "En principio sí, lo que no está claro es cuándo".

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