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Post con paciencia y con saliva! Calificación: de 5,00

Los mejores licores
El día amaneció con un Sol espléndido, y a media mañana ya estábamos casi todos en mi casa preparando carne y demás para ir abriendo apetito. Mientras yo estaba en la barbacoa haciendo la comida, las chicas de mi clase hacían que se nos cayera la baba con sus bikinis-tangas.

Que delicias! Había para todos los gustos: morenas, rubias, pelirrojas, tetonas, culonas, flaquitas... vamos, de todo. Pero a mí la que me llamaba la atención era la empollona de la clase, que al contrario de los estereotipos, era todo un monumento andante. Sus ojos negros de mirada penetrante e inocente, sus ricos labios dulces y carnosos, su suave melena castaña que le llegaba hasta los hombros, sus dos grandes pechos (al menos son una 105-110) bien puestos en su sitio, su increíble cinturita guardiana de unas nalgas firmes y respingonas; todo esto bañado en una suave piel morena, que haría enloquecer a cualquiera. Su nombre, Sara.
A pesar de ser la más responsable y entregada a los estudios, con el fin del curso se la veía suelta y dispuesta a desmadrarse.

Con el paso de las horas, el alcohol (ese amigo fiel), estaba haciendo de las suyas y muchos y muchas ya no sabían ni donde estaban. Sólo quedábamos un grupito que no estábamos borrachos, no del todo al menos, y entre nosotros estaba Sara.
Al ver que tenían ganas de más, subí al piso de arriba por un poco de maría que recordé que aún tenía.
A los pocos minutos, todos estábamos sentados en círculo en el suelo, y el ambiente lleno de humo. Sara nunca la había probado, y nos costó un poco convencerla, pero finalmente se decidió y le dio un par de caladas.

Al no estar acostumbrada, se mareó y me pidió que la acompañara a tomar el aire. Yo encantado, fui con ella hasta la playa. Íbamos caminando y charlando, ella parecía encontrarse mejor, así que, al pasar a una pequeña cala de rocas y arena, nos sentamos mirando las olas.

- Gran fiesta - me dijo.
- Gracias, aunque la gente no ha aguantado mucho.
- Mejor, así podemos estar a solas - y me besó.
Yo le seguí el beso, mientras le metía mano a sus enormes y perfectas tetas. Bajé dando besos a su cuello, mientras ella suspiraba. La recosté en la arena y me entretuve en sus pechos, dejándolos libres del bikini que los oprimía. Sus pezones eran oscuros y grandes, y tras chuparlos un poco, se pusieron firmes apuntándome.
Mi lengua se entretenía en sus tetas y mi mano bajaba a su coño, acariciándolo sobre el bikini.

- Espera. ¿Tienes un condón?- me preguntó.
- Mmmm, no... Pero podemos hacer otras cosas. - le dije al oído mientras le mordía la oreja.
- ¿A qué te refieres? - me preguntó preocupada.
Yo, llevé mi dedo índice desde su coñito hasta su ano y se lo introduje dulcemente sin apartar el bikini

- Por el culo?!? Estás loco!
- Venga ya, no eres la primera con la que lo práctico. Más de una de tus amigas ya me ha dado el placer- le respondí para convencerla.
- Sí, pero aquí sin lubricante ni nada...me va a doler... además nunca lo he hecho.
Se estaba poniendo nerviosa. La miré a los ojos y le dije:

- Sara, con paciencia y con saliva se la metió el elefante a la hormiga.
Ella comenzó a reír. Me miró y dijo:
- Vale, pues comencemos con la saliva.
Dicho esto, se deslizo en la arena hasta quedar a la altura de mi bañador.
- Quítatelo - me dijo mordiéndose el labio inferior.

Yo obedecí, me levanté y me quité el bañador mientras ella se terminaba de quitar el sujetador, quedándose en toples. Allí tumbada bocarriba en la arena, con las tetas al aire, parecía una sirena. Estaba increíble.

Me coloqué sobre ella clavando mis rodillas en la arena y mi polla erecta entre sus grandes tetas. Así comenzó con la mejor mamada cubana que me han hecho nunca. Sara presionaba sus melones contra mi pene, envolviéndolo casi por completo. Inclinando su cabeza, daba besitos y pequeñas chupaditas a mi capullo. Alternaba sus labios con su lengua, jugando con mi glande. Estuvo unos minutos pajeándome, hasta que agarró el tronco, lo levantó y comenzó a lamerme los huevos, metiéndoselos en la boca y succionando. Ella pasaba su lengua por mi escroto y me volvía loco.

Cuando ella pensó que mi polla estaba bien lubricada, se levantó y se quitó la parte de debajo del bikini, pudiendo apreciar unas ingles perfectamente depiladas a lo brasileñas, con una franja de vello muy cortito sobre su más preciado tesoro. Sara me miró sin quitar la sonrisa de su cara y se apoyó en una roca plana, quedando a cuatro patas con su culo en pompa hacia mi. Yo fui raudo hasta ella, me coloqué detrás y puse mis manos en sus dos grandes nalgas, abriéndolas para poder apreciar mejor su precioso agujero negro. Acerqué mis labios y le di un beso en el ojete. Estaba delicioso.

Pasé mi lengua por todo su culo, y mientras le metía los dedos en el coño masturbándola. Agarraba sus nalgas y se las besaba, se las apretaba, se las mordía… Ella gemía y se mordía los labios de placer.

Llegado el momento, me puse en una posición cómoda y dirigí mi polla hacia su trasero. Sara estaba nerviosa y excitada, pero aun así no perdía su preciosa sonrisa. Comencé metiéndole tan solo la puntita, con mucho cuidado para ir dilatando poquito a poco. Tras un par de intentos, conseguí metérsela casi entera, y a ella le estaba gustando. Gemía y suspiraba, mientras se agarraba con fuerza a la roca.

Cuando se la pude meter toda fue increíble. Su culito era muy estrecho y me producía en el pene un placer indescriptible. Tras tenerla toda dentro, empecé a embestirla con más ganas. Ella, al sentir que toda mi polla estaba en su culo, se dejo caer en la roca y con sus dos manos abrió todo lo que pudo sus nalgas. Yo la sujetaba por la cadera y le tocaba sus magníficas tetas que se movían al compás de mis sacudidas.

Al rato de estármela follando por detrás, le dije que me corría. Ella me miró como diciendo “Gracias a Dios”. La saqué de su culo y empecé a correrme de manera bestial, yendo a parar toda la corrida a sus nalgas.

Después de esto me dejé caer en la arena agotado y me fijé en Sara. Estaba todavía tirada sobre la piedra con el culo en pompa y lleno de mi corrida, que le resbala por la raja de sus nalgas, pasando por su ojete. Al darse la vuelta vi que estaba bañada en sudor de la cabeza a los pies. Se acostó a mi lado y me besó.

Allí nos quedamos un rato descansando, hasta que le dije que era mejor darse un baño en el mar y volver. Antes de meternos en el agua, me dio una mamada de agradecimiento, la cual terminé pintando su cara de blanco.
Luego, nos metimos en el mar.

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