Por Abel Aguilar
Hace un año, cuando jugaba en el Zaragoza, el Barcelona de Leo Messi nos metió seis. Fue imposible marcarlo y yo me quedé con esa espinita clavada, fue un paseo terrible. Esta temporada tenía que ser diferente. Mis compañeros, también goleados por Messi y su equipo en anteriores temporadas, querían revancha, como yo. ¿Cómo parar a ese jugador que se las ingenia para salir por cualquier lado y resolver con una facilidad desesperante?. Recogimos las experiencias de cada uno, preparamos el partido y ahora tenemos el mérito de ser el único equipo que le ha ganado al FC Barcelona de Leo Messi esta temporada. Lo hicimos, para mayor sorpresa, en el Camp Nou. Lo primero que sientes al marcar a Messi y enfrentarte a su equipo es ansiedad, esto es normal cuando se juega contra conjuntos como el Barcelona. No puedes dejar de pensar en Leo, porque es desequilibrante y define un partido en cualquier momento, pero también está Xavi, que pone a jugar al equipo, o Iniesta, que te mata con su técnica, y qué decir de Villa… Messi funciona así gracias también a los que lo surten de balones. Vas mirando las cualidades de cada jugador y al final llegas a la conclusión de que tienes que marcar al equipo completo, estás obligado a hacer un trabajo de desgaste durante los 90 minutos. Ante Messi no te puedes equivocar. La clave es hacer un partido completo en todas las líneas, sobre todo defensivamente y, lo más importante, concretar las opciones de anotar que tenga tu equipo. Sabes que no se puede marcar a Messi hombre a hombre, todos debemos marcarlo, porque es un jugador que se mueve por todo el campo y cambia de ritmo fácilmente, puede salir por derecha, izquierda, centro... Tuvimos toda la semana para preparar el encuentro y después de entrenar sin descanso los planteamientos defensivos, vimos videos de partidos que el Barcelona había perdido o empatado. Nos enfocamos sobre todo en el espectacular trabajo defensivo del Inter cuando eliminó al Barça de Messi de la Champions. Todo esto hacía que la ansiedad creciera. En el hotel antes del partido —siempre comparto habitación con mi amigo Calatayud, que es el arquero, porque es con quien más afinidad tengo— de lo único que hablamos esa noche fue de cómo parar a Messi. Calatayud tiene mucha experiencia en primera división, mucho recorrido y muchos enfrentamientos ante Messi. Acordamos que para pararlo la comunicación entre los dos era fundamental: él viendo lo que sucedía desde atrás y yo desde el medio del campo coordinando la marca. Los momentos previos son los más difíciles. Crece la ansiedad y tú misión es convertirla en seguridad al saltar a la cancha. Si tengo que resumir en una palabra lo que se siente antes de enfrentar a Messi es ‘motivación’. Y esa motivación, esa seguridad que nos embargó, no hizo más que crecer con los goles de Valdez. Marcamos el primero y ellos se fueron a buscar el empate, pero nosotros aguantamos muy concentrados hasta el final de la primera parte. En la segunda, él y sus compañeros salieron desesperados y fueron dejando espacios atrás. Así llegó nuestro segundo gol. Seguimos concentrados hasta el final, motivados, metiendo la pierna y luchando a muerte cada balón. El partido salió perfecto, solo así se puede parar a Messi y ganarle a su equipo. Ya sin ansiedad, sin presión, sin nervios, sino con una felicidad absoluta, Valdez y yo animamos la fiesta en el camerino con reguetón, algo de house y dance. Al vestuario bajaron el presidente y otra gente del club para felicitarnos, para valorar el esfuerzo sobrehumano que habíamos hecho. Volvimos a Alicante en bus, otras cuatro horas de viaje que ni sentimos porque estábamos todos hablando de lances del partido. Junto a nosotros, en caravana, venían buses y carros con aficionados que estaban más contentos que nosotros y nos fueron a esperar al estadio para felicitarnos y darnos las gracias por conseguir un hito que nadie más ha conseguido esta temporada. Paramos a Leo Messi, a su equipo, y lo que se siente es felicidad absoluta.
Fuente: Revista SoHo