Jorgito tiene diez años y desde los siete trabaja vendiendo chicles por las calles de Aranjuez con su hermana mayor Melissa, los dos deben llevar dinero a su casa para que su madre los deje pernoctar y comer allí, es sencillo, su madre es drogadicta y necesita dinero para comprar su dosis cotidiana, de acuerdo a lo que vendan en chicles y cigarrillos es la comida que pueden ingerir, puesto que gran parte de las ganancias su madre la invierte en cigarros de marihuana, “el sobrante” es para la comida, sino llevan dinero son presa de la paliza que ella puede llegar a propinarles, una noche que Jorgito regresó a las cuatro de la mañana sin un céntimo en los bolsillos su mamá lo golpeó de tal manera que le quebró el brazo izquierdo con un tubo de aluminio grueso en el que colgaba la ropa al lavarla y debió ser ingresado a urgencias del centro de salud de Santa, al preguntársele a Jorgito sobre el incidente mintió para encubrirla, puesto que ella le advirtió de lo que le sucedería si la pusiese en evidencia ante las autoridades. Ninguno de los dos fue capaz de contar la verdad.
Es la noche del 24 de diciembre, se escuchan los estallidos de la pólvora en los alrededores del parque de Aranjuez, Jorgito y Melissa están sentados en el atrio del templo de San Nicolás, saben muy bien que no pueden regresar a casa porque lo que han vendido no les alcanza siquiera para dos o tres “puchos de vareta” como los denomina su mamá, son conscientes que para evitarse una golpiza deben dormir a las afueras del templo, acurrucados uno al lado del otro, no es el lugar más cálido para hacerlo, pero al estar así podrán darse de manera mutua calor y a la vez cuidarse de alguien que quizás quiera hacerles daño.
- Deberíamos bajar por la calle de Tolucho y tratar de vender para ver si nos podemos ir a casa –le dice Melissa a Jorgito.
- ¿para qué? –replica él abriendo los ojos- lo que no vendimos en todo el día no lo vamos a vender ahora.
Melissa siente un punzón de soledad en su pecho de niña y deja que unas lágrimas bajen por su rostro. Jorgito quien no le gusta ver llorar a su hermanita saca de una bolsa blanca la hamburguesa que horas atrás le había regalado una pareja que no le compró ni chicles, ni cigarrillos pero que le dieron como regalo comida. Jorgito le entrega la hamburguesa a Melissa mientras que le dice “Feliz navidad”, a ella se le ilumina el rostro, él tiene hambre pero por un momento esta es apaciguada por la sonrisa de su hermana. Las campanas de la iglesia suenan, son las doce de la noche, hora en la que nació el salvador del mundo.
Samuel Salazar Blandon.