Mientras en Cuba se adelantan reformas económicas que parecen estar encaminadas a direccionar a la isla en una economía mixta (estado y mercado), en Venezuela las expropiaciones y estatalizaciones no cesan, lo que hace suponer que Venezuela se dirige a una especie de comunismo con monopolio total del Estado.
Resulta paradójica esta situación: un Hugo Chávez que ha sido defensor del sistema socialista y particularmente del cubano, en contraste con un Raúl Castro que intenta abrir el mercado llevando a cabo iniciativas como las reformas de Deng Xiaoping en China en los años 80 y la Doi Moi en Vietnam en los 90.
Y no es para más, Cuba ha venido trayendo un sistema económico dirigido desde 1959, un sistema rígido que ha ocasionado el exilio de millones de cubanos, eso sumado a la supresión de ciertas libertades individuales. La rigurosidad del sistema comunista cubano, sumada al infame bloqueo a la que es sometida Cuba injustamente por parte del gobierno de los Estados Unidos, han hecho que Cuba hoy en día siga aún muy aislada del resto del mundo, que hoy en día Cuba no tenga muchos avances tecnológicos.
Y esto parece que Raúl lo ha captado bien, por ello ha intentado impulsar cambios económicos a fin de flexibilizar el sistema. Desde 2006, cuando Raúl sucedió a su hermano Fidel, se han realizado ya algunos cambios significativos pero insuficientes: los campesinos ahora tienen la totalidad de su ganancia por la venta de alimentos, se levantaron las restricciones para la compra de electrodomésticos y se permitió a los ciudadanos adquirir teléfonos celulares. No obstante, aunque estas reformas son bien vistas por muchos cubanos, otros temen perder beneficios que han traído.
Pero esa es la realidad: en Cuba se avecinan cambios que esperan poder mejorar la vida en la isla, obvio que, si son inteligentes, entenderán que el mercado trae sus riesgos y que es necesario cierto control y participación del Estado.
En contraste, en Venezuela Chávez adelanta cambios, pero al revés, a través del mal llamado "Socialismo del Siglo XXI" (que ni es socialismo, ni es del siglo XXI), que no es más que la emulación de las viejas prácticas de expropiación y creación del monopolio alrededor del Estado, la misma que hizo sucumbir los regímenes comunistas del siglo pasado y la misma que hizo caer en cuenta que si un sistema no se adapta a las condiciones del mundo actual, no podrá prosperar.