El Mono Jojoy estaba resistiendo contra el ejército en su campamento de La Macarena, sus hombres repelían todo ataque. En cierto momento llega una pequeña cuadrilla del ejército a atacarlos y Jojoy le dio una orden a su segundo al mando llenó de coraje y valentía a los guerrillos:
- ¡Traiganme una camisa roja! ¡Que todos puedan verme combatir valientemente! ¡Y si soy herido, que nadie pueda ver la sangre sobre mi camisa roja!
Llegan los hombres del ejército a los límites del primer anillo; siguiendo el ejemplo de Jojoy, los guerrillos repelen el ataque y los militares se ven obligados a retirarse. Los guerrilleros felicitan a Jojoy y durante la noche festejan con aguardiente y baile, ya tarde, se van a dormir.
En la madrugada, el vigía los despierta a todos con un grito desgarrador:
- ¡Vienen a atacarnos, camaradas!... ¡Son 30 helicópteros!... ¡como 2.000 hombres! ¡20 aviones!..."
El Mono Jojoy sale a la entrada de su agujero, seguido de su segundo. Todo el mundo, en silencio, espera la frase de su comandante, la exhortación al combate... Y en esas el Mono Jojoy mira a su asistente y le dice:
¡¡¡Trainganme mis pantalones cafés!!!