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Predeterminado Respuesta: ¿Cómo se fraguó la tragedia de los Montes de María?

Fortunas sospechosas
No se puede contar el origen del paramilitarismo en los Montes de María sin tener en cuenta, que desde los años ochenta llegaron a la región a comprar grandes fincas varios personajes con fortunas misteriosas, la mayoría vinculados al narcotráfico o con negocios asociados a éste. Vinieron con hombres armados, pues estaban acostumbrados a lidiar con un negocio que se regula a bala. Según lo documentó Reyes, los municipios de Sucre donde se registraron las mayores compras de tierra por narcotraficantes en esos años fueron los del litoral, como Tolú, Toluviejo y San Onofre, que les abrió un buen corredor de salida de la droga por el Golfo de Morrosquillo. También compraron tierras en San Benito Abad, al sur del departamento.

En la región del Golfo se recuerda a ‘Los Carranceros’. Llegaron por los noventa, después de que el empresario esmeraldero, Víctor Carranza, comprara tierras en el Caribe. Es difícil saber si esta banda era de Carranza, pues éste empresario que fue juzgado por la conformación de grupos paramilitares y fue hallado inocente. Además en una entrevista a la prensa Carranza, negó que “Los Carranceros” que también se hicieron famosos en los Llanos, tengan que ver con él. No obstante, varios testimonios de habitantes de Libertad y de Rincón del Mar, pueblos del municipio de San Onofre, dijeron que se daba por entendido de que Carranza estaba detrás del grupo que usaba su apellido y, que Los Carranceros cuidaban los corredores de salida de la cocaína del Golfo de Morrosquillo, desde San Onofre y Maria la Baja y les cobraban a los nacotraficantes por los servicios de protección.

En los registros de la Superintendencia de Seguridad, figura como peticionario de licencia de la Convivir Caser, Samuel Segundo Mayoriano de San Marcos. La Convivir tuvo permiso de operar en los municipios de Arjona, Turbaco, en Atlántico y Santa Catalina en Bolívar. El mismo Mayoriano figura luego como administrador de la hacienda El Ceibal y de otra llamada La Cristalina, sobre la Cordialidad en Santa Catalina, Bolívar. Se dice en la región que el zar esmeraldero y su viejo socio de negocios Juan Beetar son los patrones de esta hacienda El Ceibal.

Una de las empresas socias de esta Convivir Caser, que fue creada un mes después que las de los Botero y la de Piedrahita, en abril de 1996, tiene como representante legal a Edgar Montaño Rodelo,. Según las versiones libres de alias ‘Juancho Dique’, desmovilizado de los paramilitares, y de alias ‘Geño’, quien fue de las milicias urbanas de Cartagena de los ‘paras’, Montaño Rodelo era el jefe del grupo paramilitar en Cartagena antes de que se organizara, en 2002, el frente Canal del Dique.

Es decir que hay datos para sospechar que Carranza pudo haber tenido su Convivir y pudo haber estado asociado a grupos ilegales en la vecina Cartagena.

Varios dirigentes de La Libertad y de Rincón del Mar, pueblos de San Onofre, recuerdan bien a ‘Los Carranceros’. Uno de ellos, Fabián, no los olvida: al primero que mataron fue a su hermano Jesús María. “Eran como 30. Allá guerrilla no había, así que mataban al que querían. Hacían limpieza social. Eran muy crueles.”

Una mujer de la región recuerda que se instalaron en una hacienda entre Pajonales y Libertad, e hicieron campañas de aseo, le ponían multas a la gente, les quitaban el ganado. Eran comandados por alias ‘Danilo’, un antioqueño que vivía en Cartagena.

Fueron masacrados en un golpe que cobró oficialmente la fuerza pública. Hoy los desmovilizados han revelado lo que la gente de la región ya sabía: que cuando llegaron Castaño y Mancuso a imponer su versión unificada de los paramilitares, hacia mediados de los noventa, obligaron a todos los grupos pre-existentes a que se les plegaran. ‘Los Carranceros’ no obedecieron las órdenes de los nuevos señores de la guerra, y éstos ordenaron su exterminio. Luego dejaron que la autoridad cobrara el éxito.

En la zona aledaña a la ribera del Magdalena, llegaron después grandes narcotraficantes a comprar fincas y desarrollar empresas. Fue el caso de Luis Enrique Ramírez Murillo, alias ‘Miki’ Ramírez, quien hacia 1994 compró la bellísima hacienda El Hacha en Zambrano, Bolívar. Informes de la Procuraduría que datan de mediados de los noventa dan cuenta de las múltiples matanzas que cometió un grupo llamado Los Valdés en Bajogrande, corregimiento de San Jacinto, que dejó decenas de niños campesinos huérfanos, quienes no entendían mucho qué les había pasado, excepto que el responsable de su tragedia era un señor llamado Miki Ramírez. Según dijo Salvatore Mancuso, jefe de las Auc, a la justicia, este grupo fue el que cometió una de las primeras grandes masacres de Sucre, la de Pichilín (Morroa), el 4 de diciembre de 1996.

Ramírez, que años después fue condenado por concierto para delinquir, estaba detrás de la Convivir Montesmar, creada en noviembre de 1995 con Gabriel Enrique Zapata y Jorge Hernán López Sandoval como responsables. Zapata era jefe de seguridad de la empresa de Ramírez, Frutas Tropicales de Colombia S.A., cuya sede también era en Zambrano. Ésta empresa ya tenía autorizado un esquema de seguridad, cuando el superintendente de Vigilancia de la época, Herman Arias, lo autorizó para que creara además esta cooperativa rural que le dio acceso a armas de guerra, supuestamente para uso defensivo.

También, antes de que llegaran ‘los paras’ de Mancuso a El Guamo, otro municipio ribereño, ya había comprado fincas allí ‘Chepe Barrera’, Según un informe del Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos de 2003, “el narcotraficante ‘Chepe’ Barrera compra tierras (en El Guamo) y establece un grupo de autodefensa, que ampara la extensión de su dominio territorial establecido en el departamento del Magdalena”.

Un empresario antioqueño de apellido Pineda quien adquirió tierras en el mismo El Guamo, había traído su grupo de seguridad privada, según dijo el ex jefe paramilitar ‘Diego Vecino’ a VerdadAbierta.com. En su finca tenía pista de aterrizaje y sus dueños avionetas privadas.

Una historia similar, al parecer, fue la de la familia Méndez que compró tierras en Córdoba-Tetón, Bolívar. Ese grupo que debió ser de seguridad privada del próspero empresario de ese apellido, se conoció luego como la banda de Los Méndez que dejó víctimas en Carmen de Bolívar y hacia el oriente, en Zambrano. Algunos le atribuyen también a Los Méndez la masacre de El Salado.

Recambio de guerrillas

A la par con esos ‘paras’ originarios, crecieron las guerrillas que ya estaban afianzadas en otras partes del país. “La primera manifestación guerrillera fue de MIR-Patria Libre –cuenta Alejo Suárez –un grupo que no pasó de los cien tipos”. Estos guerrilleros asaltaron la Caja Agraria en Galera, como a comienzos de los 80. Luego intentaron tomarse San Pedro y hubo un muerto y dos heridos. Después ensayaron asaltar a Palmitos y fracasaron. Mataron a un hacendado, a Reginaldo de la Ossa. Patria Libre terminó siendo Unión Camilista-Eln y luego se desmovilizó como CRS en Flor del Monte, corregimiento de Ovejas, en 1994.

El 7 de noviembre de 1985, los primeros cinco guerrilleros de las Farc que llegaron a Sucre, celebraron la muerte de los guerrilleros del M-19 en el Palacio de Justicia. Sectaria, desde que empezó su carrera de muerte en esos montes sucreños y bolivarenses, esta guerrilla no fue amiga de la organización campesina Anuc. La miraba con desdén porque había negociado con el gobierno la titulación de sus tierras.

“Me enfrenté con ellos, les dije que iban a traer muchas muertes”, cuenta un dirigente campesino de la época. “Ellos coparon las bases de la Anuc, las juntas comunales. Mataron activistas agrarios que los resistían. Decían que luchaban por la tierra de los campesinos, pero no conocí el primer predio que les hubiera conseguido la guerrilla”.

Las guerrillas aprovecharon la frustración del movimiento campesino, que no había conseguido que la reforma agraria continuara. Las pujas ideológicas internas los dividieron y varios de sus líderes fueron perseguidos y asesinados. Estas les hicieron la vida difícil a los campesinos, según cuenta don Joaquín Maza de Mampuján. “Uno iba a las zonas de cultivos y aparecían dos o tres tipos armados y preguntaban que si uno había visto al ejército; y luego venían a la casa los del ejército a preguntar por los guerrilleros. A uno lo ponían en una situación de inseguridad. Muchos prefirieron irse”.

El profesor de colegio Honey Oviedo de la zona rural de El Carmen de Bolívar recuerda que creció oyendo hablar de guerrillas por la televisión, pero en su tierra no las había visto. Un domingo de 1987, escuchó detonaciones en el cerro de Mica Prieta, helicópteros que sobrevolaban y combates que duraron más de dos horas. Ya por la tarde su mamá lo mandó en burro a comprar arroz a una tienda cercana. Tendría como 11 años. Llegó y vio por primera vez a hombres armados, y, para su sorpresa, también a mujeres. “El mundo se me quiso acabar—dice el profesor – El corazón que se me quería salir. No dije nada convencido de que me iban a matar. ‘No se asuste’, me dijeron somos del Epl y luego se pusieron a contar anécdotas de sus combates”.

Empezaron a extorsionar pero sobre todo a los grandes finqueros, cuenta Oviedo. A veces mataban una res de una finca, la repartían entre los campesinos. “Hablaban muy excelente”, dice. Pero pronto empezó la violencia. Extorsionaron y secuestraron a Alfonso Torres, el más grande ganadero de su corregimiento. Él pagó vacunas, rescate y al final se fue y le entregó las tierras al Incora.

Muchos ganaderos encontraron que esa era la mejor solución ante el acoso guerrillero. Tenían buenos contactos en el Incora y algunos hicieron negocio vendiéndole caro al Estado tierras que nada valían por la inseguridad.

El padre del maestro Oviedo, don Francisco, recuerda que a comienzos de los noventa, después de que el EPL y el PRT habían firmado la paz con el gobierno de Barco, un día las Farc lo citaron a él y a sus vecinos en una escuela. “Nos dijeron que ellos iban a mandar para que el campesino tuviera respaldo frente al gobierno. Yo les dije: “Les agradezco lo que han hecho pero es mejor que nos vayan dejando solos. Meterse con ustedes es para problemas”.

La primera masacre en los Montes de María, según lo ha documentado el investigador José Francisco Restrepo de la Corporación Universitaria del Caribe (Cecar) en Sincelejo, fue en septiembre de 1992, en El Cielo, un pueblito de Chalán. Hombres armados que aún hoy no se sabe si fueron guerrilleros o paramilitares, entraron a la casa de una familia Yepes Parra y mataron a ocho personas.

Continúa

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