Este siglo XXI es sin duda el siglo de las comunicaciones, y quién tenga control sobre los medios tendrá inevitablemente control sobre la opinión de la sociedad. ¿Por qué? Es fácil, los medios, al concentrar tanto poder, influirán en la gente, pero sus efectos en la sociedad dependerán de la orientación que tenga esta influencia.
En América Latina, por desgracia, abundan corporaciones de medios controlados por intereses políticos y con fines que buscan beneficiar a selectos círculos socio-políticos. Es una realidad muy latente en la región. Y empezamos con la Sociedad Interamericana de Prensa, un organismo conformado supuestamente con el fin de "defender los derechos de los periodistas y promover la libertad de prensa", pero que en realidad es una agremación de medios propiedad de personas adineradas. Es notorio el sesgo de la SIP, cuando en sus informes denuncian graves violaciones a la libertad de expresión en países como Cuba y Venezuela (que en realidad suceden), pero que permanecen indiferentes ante crímenes contra periodistas en otros países como Colombia o Perú, y más si se trata de medios libres o medios con cierta inclinación política hacia la izquierda.
Pero sin embargo dos casos muy alarmantes son los de Venezuela y Colombia. Estos dos países sufren actualmente de uan opresión mediática, un bombardeo a la población con noticias sensacionalistas con acusaciones mutuas, con el fin de engendrar nacionalismo para los intereses de los líderes de ambas naciones.
En el caso colombiano, tenemos a los dos mayores gremios mediáticos: Caracol y RCN, destacados principalmente por la parcialidad con que manejan la información y con la que transmiten sus noticias. Y para la muestra un botón, el programa "La Noche" de RCN, que se emite de lunes a viernes a las 11pm. Este programa últimamente ha venido mostrando información acerca de eventos en Venezuela y decisiones del presidente Hugo Chávez, una clara muestra de que este medio es leal a los intereses del gobierno colombiano de crear cortinas de humo a fin de ocultar sucesos en Colombia como la crisis de la salud, los falsos positivos y demás desaciertos de la pasada administración, algo que seguramente no va a cambiar a fin de favorecer a la administración Santos, que acaba de empezar.
Pero Venezuela no se queda atrás. El caso venezolano es más complejo, ya que existen dos bandos: TeleSUR y Venezolana de Televisión (VTV), que responden a los intereses del presidente Chávez; y Globovisión, que responde a los intereses de la burguesía venezolana. Si bien Chávez ha buscado de una u otra forma callar a los medios contradictores como Globovisión, el ahora principal medio de oposición no es precisamente una representación de un periodismo honesto. Guillermo Zuloaga y compañía responden a intereses de la clase alta venezolana y la burguesía, aún cuando muchas de sus denuncias son ciertas. Lo mismo ocurre con VTV, medio que responde a los intereses de Chávez y que ha sido utilizado como herramienta de propaganda para la ya fútil y mal llamada "revolución bolivariana", al igual que TeleSUR, medio internacional financiado por Venezuela y los gobiernos más afines a Chávez (Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Argentina), medio que se complace de ser una nueva altrnativa informativa, pero que no es más que una herramienta de campaña sucia. TeleSUR no es más que una copia barata de Fox News o de CNN.
En América Latina no podemos hablar de periodismo serio, ni podemos hablar de una plena libertad de prensa.