La tragedia se desató al explosionar 30 toneladas de juegos pirotécnicos
El incendio que arrasó Mesa Redonda el 29 de diciembre del 2001, que causó la muerte de aproximadamente 290 personas y dejó 262 heridos y 174 desaparecidos, habría sido inevitable en ese momento. Según las investigaciones realizadas por la policía y el Ministerio Público, momentos antes de la tragedia había tal cantidad de pólvora regada en el piso, por la manipulación de los artefactos pirotécnicos, que cualquier cigarrillo encendido, un fósforo mal apagado o la chispa generada por el roce de la rueda desgastada de alguna carretilla habría desatado el infierno.
Sin embargo, según la sentencia de la Quinta Sala para Reos Libres, que fue leída ayer por más de nueve horas, el siniestro se inició en la cuadra 9 del jirón Andahuaylas, a unos 20 metros del jirón Cusco y muy cerca de la calle Mesa Redonda. En ese lugar los ambulantes se habían puesto su mercadería tanto en la vereda como en la pista. Debido a la pólvora regada, las llamas se propagaron rápidamente hasta la cuadra 8 del jirón Andahuaylas, a los inmuebles vecinos y hasta los depósitos que tenían los mayoristas en las galerías Mesa Redonda y Mina de Oro II, entre otras. En total estallaron unas 30 toneladas de productos pirotécnicos.
Las investigaciones policiales y de la fiscalía, que forman parte del voluminoso expediente judicial del Caso Mesa Redonda, también permitieron confirmar que la onda calórica generada esa noche fue producida por la combustión de 900 metros cúbicos de material inflamable (unas 900 toneladas). Como se recuerda, esa noche no solo se quemaron los pirotécnicos, sino también varios vehículos, envases de cartón, la quincha de las casas antiguas y mercadería diversa. además estalló un transformador
documental
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