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Antiguo 09-08-2010 , 19:14:09   #3
e-che
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e-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Diosese-che Entro a la batalla de los Dioses
  
Kaffeetrinker 2 Respuesta: ¡El otoño del Señor P…!

Se militarizó la sociedad colombiana de una manera insoportable, con medio millón de militar es y policías, miles de delatores e informantes, y se legalizó a los paramilitares de todas las formas posibles. Estos se tomaron el Parlamento y altos órganos del poder político, empezaron a ser presentados como los “salvadores de la patria” por los medios de comunicación, se les dedican telenovelas y se les exalta en sus noticias, de sus incontables crímenes poco se habla.

A nombre de la lucha contra el terrorismo, un término importado de los Estados Unidos, se efectuaron todo tipo de tropelías contra la población, tales como capturas masivas, señalamientos públicos de miembros de la oposición, condenas a través de los medios de comunicación de personas que se atrevieron a disentir o a criticar, criminalización de aquellos estudiantes universitarios que protestaban contra las políticas antipopulares, impunidad para referirse a las personas asesinadas por la extrema derecha, las que en forma infame han sido calificadas como cómplices de los terroristas, como aconteció con los asesinados de la Unión Patriótica que en la lógica traqueta pasaron de ser luchadores populares a ser victimarios, y mil bajezas por el estilo fueron el pan cotidiano durante estos 8 largos años.



Pero como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, se terminó el reino del insustituible , del único, del Mesías, del Salvador de la Patria. Quienes se encargaron de hacerlo a un lado fueron sus amos, los estadounidenses, que lo notificaron a comienzos de este año que era hora de abandonar sus intenciones reeleccionistas, y la Corte Constitucional, obediente con el amo imperial, cumplió la orden a la perfección. Desde ese fatídico día de febrero, fatídico para el Señor P, éste ha venido contando día a día, hora a hora, minuto a minuto, el tiempo que le quedaba como intruso de la Casa de Nariño y, como para negar su eclipse, en estos seis meses ha multiplicado sus tropelías, sus artimañas, sus actos delictivos, sus acciones arrogantes y soberbias y sus apariciones por televisión. Es como si hubiera querido detener el tiempo para negarse a reconocer que no sólo el imperialismo lo ha hecho a un lado, sino que las clases dominantes también han prescindido de él, como paisa camandulero y ordinario que es, para cambiarlo por un cachaco oligarca de buenos modales, luego de que les ha servido de manera incondicional. Incluso, su delirio megalómano de creerse divino y omnipotente, con ese deseo irrefrenable de figurar a toda hora en los medios de comunicación –que lo consintieron y aplaudieron y toleraron sus abusos y delitos- ha servido de testaferro de las órdenes imperiales de agredir a Venezuela, para armar una guerra fratricida que lo mantenga en el poder y que aplace su llamamiento a juicio por todas sus acciones delictivas.


El otoño le llego entonces a este personaje pero no como al Patriarca de García Márquez, que murió de muerte natural y de viejo, tras 100 años de soledad en el poder, sino que el Señor P sólo duró ocho años en la Presidencia, de la que ahora se va, rumiando su impotencia y amargura, pasando a ser un ex presidente más, una figura decorativa, que, para completar, tendrá que empezar a responder por todos sus delitos. Porque es casi seguro que tarde o temprano, dado su interminable prontuario, la mano de la justicia caerá sobre los hombros del Señor P para que pague por todos sus crímenes en alguna prisión del mundo, si se tiene en cuenta que sus delitos rebasan las fronteras colombianas, como lo saben en Ecuador, Venezuela y México.


Tal vez por esa razón, en otra de sus incontables arbitrariedades , siendo todavía Presidente, el Señor P ha expedido un decreto en el cual se determina que, en lo sucesivo, los ex presidentes van a contar con una protección similar a la de los presidentes activos y pueden residir en instalaciones militares. En consecuencia, el Señor P ha anunciado que va a fijar su residencia en un bunker de la policía, en el mismo lugar donde funciona el Servicio de Inteligencia. Lo del bunker debe ser para tratar de blindarse y esconderse de la justicia internacional y lo de la inteligencia quizá para seguir demostrando que es una “ser superior”, tanto que necesita de muchos servicios secretos de inteligencia para espiar a todo el mundo, algo que sabe hacer de maravillas, en este caso a los jueces, juristas que empiecen a adelantar investigaciones que apunten a condenarlo por sus múltiples crímenes.


Y razones tiene para preocuparse, porque como una muestra del otoño de este Patriarca paisa , unas semanas antes de que dejará, a su pesar y contra su voluntad, la Presidencia de la República, ya empezaron a hablar algunos de sus antiguos súbditos y subalternos, uno de los cuales dijo que las miles de interceptaciones telefónicas que se realizaron en estos años habían sido ordenadas directamente desde la sede presidencial. Otros han acusado sin ambages a un hermano del Señor P como organizador de la banda de los Doce Apóstoles, un grupo paramilitar que operaba en Antioquia. Si personas ligadas al círculo presidencial están soltando la lengua cuando el Patrón todavía tiene las riendas del poder, es previsible que en pocos días, cuando sea ex presidente, muchos contertulios del régimen van a cantar de lo lindo y ya no habrá forma de callarlos. Esto augura que el Señor P va a pasar de un irreversible declive otoñal a soportar un crudo, frío y prolongado invierno, porque es posible que uno de sus antiguos aliados, convertido ahora en Presidente de la República, lo envíe a temperar a una cárcel de los Estados Unidos. En tales circunstancias la P de Patriarca, Padrino, Patrón y Paramilitar se convertirá en la P de Prófugo primero y luego en la de Presidiario, condición que ostentan antiguos aliados de Estados Unidos como Alberto Fujimori y Manuel Antonio Noriega, quienes, prendidos de los barrotes de sus respectivas celdas, deben pensar que el poder que ostentaban ayer no ha impedido que hoy sean unos simples y vulgares criminales que purgan largas condenas tras las frías rejas de prisiones de alta seguridad.

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