Respuesta: Jugando con mi prima Ellas respondían con mordidas, Magdalena me estaba mordiendo un brazo y picando las costillas.
- Si me seguís mordiendo, yo también os voy a morder, y en las tetas para que os duela, -les advertí. Ellas se rieron de mi amenaza y siguieron mordiéndome donde podían.
- Te vamos a dar tu merecido, -me decían-. Flacucho débil.
Yo no quería que el juego terminase, me estaba divirtiendo mucho, sobre todo porque estaba bien excitado. Sujetaba a Magdalena entre mis piernas, apretando sus tetas, sus costillas, su cabeza a la altura de mi pecho. Ella arriba de mí, con sus manos trataba de sujetarme mi brazo. Leticia me retorcía las orejas, yo le hacía cosquillas en su estómago. Pero la sensación en mi bien erecto pene en el estomago de Magda restregándose contra él, me tenía rojo por el deseo. Ella se reía de mi situación, movía su estómago para sentir mi miembro, se sonreía pícaramente como diciendo: ‘mira como te tengo caliente y no puedes hacer nada para remediarlo’.
En un momento en que Magdalena estaba debajo de mi cuerpo, yo sujetando sus manos con mis manos, los brazos extendidos, con mi pecho sintiendo sus bien desarrolladas tetas, mi pene bien caliente y bien erecto sobre su pubis, sudando en abundancia, mi cara cerca de la suya preguntándole si se rendía, estuve a punto de besarla en la boca. Pero la presencia de mi hermana mordiéndome un brazo y golpeándome en la espalda me detuvo.
- ¿Por qué tienes el pito parado?, -me preguntó mi hermana entre risas-. ¿Te gusta sobarte con nosotras?
Yo guardé silencio todo apenado, ellas se reían de mi vergüenza.
- Basta de juegos -les dije-. Yo gané.
- Claro que no, nosotras vamos ganando, -me decían.
- Bueno, ya se acabó el juego, iros a jugar a las muñecas, -les respondí.
- Vamos a seguir jugando, y ya no te decimos nada de tu cosa, dijo Magda.
- No, ya no quiero seguir jugando, me da pena, -respondí. |