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Antiguo 18-07-2010 , 15:32:51   #2
►CDaniel◄
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Predeterminado Respuesta: ¿Fin de la luna de miel?

Pero los más allegados a Uribe agregan que hay otro factor: según ellos, Santos estaba apoyando a su propio protegido, Gabriel Silva, entonces gerente de la Federación de Cafeteros, en que lo reemplazara en ese cargo Genaro Muñoz y no Restrepo, que era el otro candidato opcionado. Por esto el gobierno se esforzó por bloquear las aspiraciones de Juan Camilo, lo que intensificó su conflicto con el Presidente.

En defensa de Juan Manuel se podría alegar que Juan Camilo no solo criticó a Uribe sino también al propio Santos. En una reciente columna manifestaba su rechazo a la actitud del entonces candidato, quien alegaba que había "salvado al gobierno de Andrés Pastrana" con su gestión como ministro de Hacienda. Restrepo, quien había sido su antecesor en ese cargo, le reviró señalando que el grueso del camino a la recuperación había sido trazado por él. Todos estos rifirrafes son relativamente menores e insignificantes, pero para los santistas adquieren peso como prueba de que el Presidente electo hace a un lado las consideraciones personales en aras de escoger a los funcionarios indicados.

Otro nombramiento que en teoría podría alterar a Uribe sería el de Germán Vargas Lleras, a quien los gabinetólogos pronostican como próximo ministro del Interior. En Palacio consideran que en el Congreso de la República Germán Varón Cotrino, en su calidad de presidente de la Cámara y miembro de Cambio Radical, embolató la discusión de la ley que habría permitido la aprobación del referendo reeleccionista, y que algo semejante hicieron los amigos de Vargas Lleras en el Consejo Nacional Electoral.

Sin embargo, Vargas Lleras había sido un conspicuo y leal miembro de la coalición de gobierno en los últimos dos cuatrienios hasta que se opuso a la segunda reelección de Uribe. A pesar de esto, tuvo el cuidado de que la bancada de Cambio Radical apoyara todos los proyectos del gobierno en el Legislativo, y durante la campaña jamás hizo comentarios críticos o desobligantes contra el Presidente. Su posición de uribista antitercer período lo distanció del Presidente, pero interpretó el sentimiento de amplios sectores de la opinión pública, incluyendo uribistas. Por otra parte, Vargas es un jefe político a nivel nacional y difícilmente puede ser excluido de un gobierno de unidad nacional.

Un tema que aleja a Álvaro Uribe y a Juan Manuel Santos es el del futuro del Partido de la U y quién ejercerá su liderazgo. La colectividad es uribista por vocación pero fue Santos quien operó la mecánica de su creación. En las últimas semanas algunos voceros del uribismo pura sangre han propuesto que el actual Presidente asuma la jefatura formal. Lo hizo José Obdulio Gaviria en su columna de El Tiempo. Según dijo, "la primera obligación histórica de Uribe debiera ser dedicar su mayor esfuerzo a consolidar el Partido (de la U)", y se considera que, por su cercanía con Uribe, Gaviria no publicaría una opinión sobre este tema sin consultarla con su jefe. Otro miembro del círculo más cercano, Ernesto Yamhure, se quejó por la falta de miembros ligados al gobierno saliente en los primeros nombramientos del gobierno entrante: "¿Será que en la cacareada unidad nacional caben todos menos los uribistas? Porque el antiuribismo biliar ya ingresó con Juan Camilo Restrepo a la cabeza", escribió en su columna de El Espectador.

Estos mensajes hacen pensar que existe la posibilidad de que se presente una rivalidad de hecho entre Uribe y Santos por la dirección de la U. Y aunque en la colectividad hay muchos motivos de agradecimiento con Uribe, porque fue a su lado que surgió, creció y llegó a convertirse en la primera fuerza política del país en solo cuatro años, varios sectores tienen una estrecha afinidad con Santos, porque trabajaron hombro a hombro con él en las recientes elecciones, tanto las de marzo, para Congreso, como en las presidenciales. Santos y Uribe tienen coincidencias ideológicas, pero pueden tener preferencias diferentes en cuanto a los nombres que cada uno de ellos quiera promover dentro del partido. Y en esos ajedreces burocráticos la ventaja por lo general la lleva el entrante frente al saliente. La dura realidad es que los políticos se mueven hacia donde están los puestos, y en ese sentido resulta más atractivo quien los puede entregar en el futuro que quien los entregó en el pasado.

Los escenarios para un posible conflicto entre estos dos pesos pesados no están circunscritos a los episodios burocráticos. Hay temas que son simplemente considerados cuestiones de honor, como podría ser para Uribe el cambio de la terna para la Fiscalía. Él siempre ha insistido en que de acuerdo con la Constitución las facultades de la Corte se deben limitar a la escogencia de uno de los tres nombres enviados por el Presidente. Dado el choque de trenes que hay hoy entre la rama judicial y la ejecutiva, este proceso se ha bloqueado con la Corte Suprema argumentando que la terna no ha sido idónea. En estas circunstancias Uribe vería mal que a Santos le diera por cambiar la terna. Pero no es imposible que esto suceda si es la manera más rápida de superar el impasse y dejar atrás este desagradable enfrentamiento.

Todo lo anterior indica que es probable que la tensión aumente, los rifirrafes se multipliquen y una especie de guerra fría tienda a consolidarse. Su explicación tiene que ver con las diferencias de estilo y de intereses de corto plazo que tienen cada uno de los dos presidentes, más que con el choque de dos proyectos opuestos. Es natural que Uribe se obsesione con la defensa de "la obra" pero también es lógico que Santos quiera dejar su huella propia ante la historia. Y eso a la larga los alejará, a pesar de que ambos harán lo posible por evitarlo, moderarlo y postergarlo. A diferencia de lo que ocurre cuando el poder pasa de manos de un partido de gobierno a una fuerza de oposición, en este caso no habrá espejo retrovisor por parte de Santos, ni críticas prematuras en boca de Uribe. Pero aun así parece inevitable que crezca la tensión.

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