trato de explicarte la grandeza de la soledad,
la cima a la que nos transporta la tristeza
y las dimensiones del alma que se traslucen
después de largo tiempo de la muerte hacia la vida;
trato de explicarte la grandeza de la desesperación
como signo vital de la humanidad de nuestro ser,
única prueba de tu sensible corazón humillado
por las cortinas telúricas de la indiferencia;
trato de explicarte la grandeza de la luna
pintada en sus orillas lejanas y asombrosas
mostrando el universo ajeno a los sentidos
pertenecientes tan solo a un subconsciente;
trato de explicarte la grandeza de la naturaleza
como el enigma abierto a los ojos
capaz de transformar objetos en quimeras
y paz en eternidad artífice del alma,
trato de explicarte la grandeza de la música
en cada silencio de las partituras
en cada sonido estertor que te golpea
en cada palabra que te eleva y te arruina;
trato de explicarte la grandeza de las manos
capaces de construir destinos imaginados
y de jugar puerilmente con arcilla
para construir el porvenir ajeno al azar;
trato de explicarte la grandeza de los sueños
como conductores de la vida olvidada
como constructores de puentes indestructibles
y de utopías a las cuales derrotar,
trato de explicarte la grandeza de tu encierro,
de la tortura que implica la genealogía de tu ser
aturdida y confundida, pero aún más tan solo ciega
de no ver que lo que se dice ausente
lo posees con mayor fragilidad que tus semejantes;
trataría de explicarte la grandeza de las noches
en las cuales la oscuridad se suma a tu negra alma
y te envía a inexplicables abismos de soledad
interrumpida por violencia con desespero:
trataría de explicarte la grandeza de mis palabras
único producto de haber escrutado tu geografía,
del haberme aproximado al dolor que puedes provocar
y las alegrías de las cuales puedes ser autora,
esencialmente de haberte entendido a mi forma:
con mi silencio, mi pasividad y mi consuelo.
Trataría de explicarte la grandeza de quien eres
pero es propio del ser humano que aguardas
tener el atrevimiento antes de la muerte
a entenderlo por tus propios medios
como única forma de asesinar los miedos
que hacen de ti el producto
de un ser que va quedando vacío
y que en el momento menos esperado
se aproxima a la pobreza del espíritu,
para luego esperar la muerte pasando por la ventana
y ver todos sus ideales y sueños
tan solo escritos en una hoja y no en la vida,
y pasar a la historia como un ser más,
que cumplió su ciclo desgraciado,
simplemente por esa cobardía que espera
ser estrangulada no por el azar ni asunto del destino
sino por tus manos, por el veneno acechador de tu mirada,
por la fuerza interior que apaciguas,
y finalmente por la grandeza de quién eres.